27 de diciembre de 2009

¿Qué es el tiempo? - especial de fin de año

Entrada diferente, la escritura del texto antecede a la selección de la imagen. La historia ya fue pensada, solo queda darle play al reproductor. La elección final es arbitraria


Pasó que pasó de nuevo, como todos los años. Pasó que pasé distinto, igual que las veces anteriores. En 2009 aprendí a usar una agenda, y aprendí también a desacostumbrarme y acostumbrarme una y otra vez a las rutinas de lo nuevo. En 2009 hubo muchos "nuevos" que pasaron de moda con una rapidez falta de la intensidad que creía esencial a mis juegos. Quizás hasta haya aprendido acerca del valor de lo perdurable en lo efímero y a entenderme estable en medio del caos de las incertezas.

Recibí calendarios especiales, del año que se va y del que llega. Cada uno tiene la marca de quien lo produjo y de su forma de estar en el mundo. Estoy aprendiendo a escribirlos a mi propio modo.

Este año fue de idas y de vueltas. El retorno al hogar, o a los lugares que algunas vez fueron uno, (Málaga, hogar que ahoga en su sequía). Y otra vez en casa, para comprobar que aunque los calendarios marquen los mismos días, las agendas conocidas parecen desincronizadas, y el nuevo tiempo compartido entra en agendas antes poco sospechadas.

Año que, a fin de cuentas, se vivió desde otros lados, entre trances y tránsitos. Año que se despide con respeto y alegría, sabiendo que fue bueno entre muchos, pensando que no es mejor que el que vendrá.

Gracias a ustedes, gracias a mí, gracias a las fuerzas irracionales que complotaron para que todo pasara tal cual sucedió. Gracias a las mariposas.

Postal de cierre para una velada animada

Él me guiñó el ojo antes de lanzar su misil: "¿Qué es el tiempo?", les dijo que siempre lo había querido saber. Ellos lo miraron y respondieron en simultáneo, sin perder la calma, sin dejar de escucharse en sus diferencias. "Un parámetro", dijo uno. "Un estado de la conciencia", el otro. La discusión se abrió; la física y la filosofía refrescaron su parentesco y reforzaron sus distancias; el cine, la literatura y demás paracaidistas jugamos a que

}los seguíamos, a veces hasta nos animamos a refutarlos. Entre los dimes y diretes de lo biológico y lo cultural, tras 40 minutos de seminario intensivo, se concluyó en que no existe un parámetro temporal que sirva para mensurar todos los fenómenos temporales y en
que la pregunta originaria era sumamente "improductiva a nivel intelectual". La cuestión se había desvirtuado por la interferencia de las disciplinas menores, muy interesadas en develar el grado de metaforización existente en el renombrado "reloj biológico". Todo esto, un 25 de diciembre, llegando a 26, con el paisaje de sidra de fondo, y sin saber muy bien cómo escribir Vitel Thoné. (La identidad de los cómplices ha preferido mantenerse en reserva).

27 de noviembre de 2009

Arrorró


Recto, derecha, recto, izquierda, recto, curvado, recto, a través. Son los pasos imaginarios que di esta medianoche mientras me mojaba a la espera de mi Mercedes con chofer público (y que viva el 118!). La comparación pertinente fue con un modem inalámbrico, el recorrido de su señal. Líneas rectas con el súperpoder de atravesar paredes a costa de su debilidad. Pensé que de pequeña hubiera querido ser módem, y volví al área de la señal que cruza fronteras.

Caminé imaginariamente buscando conexiones que no están, que no son, que no hay, que no quieren ser. Y vi líneas curvas casi rozando las paralelas que ya estaban. Casi, pero no. Resultó que eran dos caminos distintos, sentidos dispares.

Después, me dolió el pecho. Pensé que eso no tenía nada que ver, pero el dolor se volvió cada vez más agudo y punzante. Una vez más, corroboré que no fuera sobre mi lado izquierdo. No. Seguí.

Empecé a pensar, porque hasta ahora volaba. Y vi caminos más cercanos, pero también cada cual más separado del anterior. Entonces, noté que la metáfora hacía rato que se me había escapado de las manos y que ya estaba en la "etapa estúpida" que antecede a mi sueño.

Pensé en el sepia, a modo de postal-recuerdo de lo pasado, querido, ideado y reñido. Lo adjunté. Escribí.

Me dormí.

Todo esto, con el constante acompañamiento de la lluvia finita que mece montañas.

19 de octubre de 2009

la ley de los tercios

Nunca estudié fotografía, aprendo de ellos que saben un poco y me guían y me critican y me analizan y me cachetean y, a veces, también me felicitan.

Digo que saco fotos porque toda la vida me dediqué a mirar sin participar demasiado de lo que veía y un día me di con que mi memoria no era infinita y estaba perdiendo retratos. Digo que saco fotos porque me parece una forma más participativa y menos egoísta de mirar, porque me permite compartirlo. También saco fotos porque me ayuda a tomar distancia de lo que pasa, a reflexionarlo y a reflexionarme, a desnaturalizarme. Saco fotos porque es para mí una forma de proyectarme hacia afuera, una catarsis que gozo.

Saco esta foto porque una vez mi amigo Lucio me quiso enseñar de composición y me explicó de las líneas invisibles que iban a ayudarme a plasmar mis ideas con mayor facilidad. El domingo pasado vi las líneas bastante claras y no tuve muchas opciones, así que retraté y después sobresignifiqué el contenido. Podría haber elegido que los árboles terminaran fuera de cuadro, pero no. Las tres líneas llegan hasta un punto y se cortan, y las tres líneas vienen relativamente desnudas y los troncos están bastante secos por la sequía.

Mi optimismo quiere verlos tupiditos, como a los árboles más bajos, y quiere verlos infantilmente infinitos. Parece que por ahora no se puede, pero no abandono las esperanzas.

Digo que sacar fotos es también una herramienta para el cambio en la visión de realidades y en la construcción de los mundos posibles. A mí me gusta abrir puertas, dibujar ventanas, regar enredaderas a ver cuán alto llegan, delirar un poco con las palabras y cada tanto pincharte y pincharme a ver si todavía seguimos reaccionando.

Tomalo como una invitación, pero, y por sobre todo, como una incitación.

2 de septiembre de 2009

Con molde y apellido, por favor



En el principio todo fue polvo. Después vino la mano.

La mano está llena de harina en la que se sumergió previamente para dar forma a la masa que ahora ayuda a reformar en círculos. Son círculos cerrados, más o menos formados. Algunos van a parecer medias lunas, otros ya son lunas llenas. Ausentes los cuartos menguantes, qué decir de los crecientes. Por esta vez.

Lo lindo de la masa es que se le puede dar la forma que uno quiere. Yo caigo en un molde que parece siempre el mismo pero que me empeño en llamar con formas diferentes. Hoy tocaron lunas que, quizás si hubiera pasado mañana, bien podrían haber sido soles. Pero son lunas (a fin de cuentas, hoy es hoy y mañana es mañana) y he decidido incluírles los cráteres para jugar a que como al hombre de la luna en cada bocado.

[Siempre creí que en la luna vivían el principito y su rosa. También pensaba que yo venía  de saturno, pero todavía no me animé a moldear círculos anillados. La superposición de figuras tan similares alguna vez me supo aterradora, ya no. Pero esos son otros retratos pidiendo su propio espacio.]

La masa no se amasa a sí misma. Es ser un inanimado que se deja hacer. Su estado, tan pasivo en este mundo, me recuerda a tanta gente... me recuerda a mí en momentos en que no fui porque me inanimé. Siempre es más cómodo adoptar actitud inerte y dejarse moldear, claro que al precio de sacrificar la misma y propia existencia. Sí, ya sé que es exagerado, pero tengo la sensación de que si no exagero a veces pierdo la noción de lo que digo.

Por eso hoy soy yo quien elige portar la copa y dar forma, pero forma de lunas y soles, y solo a masas inanimadas. La mano sostiene la copa que forma figuras circulares. Quizás sea hora de empezar a entrelazar unidades.

14 de agosto de 2009

De una incomprensión irresoluta

La paloma se enfrenta a un obstáculo: debe subir a las tablas. Quiere ver de frente a la cámara. Su paso, desde nuestro punto de mira, parece dirigirse hacia ella inequívocamente, pero -porque si no hubiera conflicto no habría relato- ella nunca fue buena para lanzarse (ni hacia arriba, ni a las tablas).

Resulta que, para colmo de sus males, es el primer cuadro en que se figura a sí misma en su mismidad, osea sola. Quedó protagonista y centro, pero se siente descentrada. Busca una explicación y un espacio.

Pide tiempo muerto.

Si nos fijamos en detalle, se mueve de la luz hacia la sombra y para llegar a la cámara debe tocar madera (casualidad o superstición). Sabemos que es ágil, flexible y adaptable, pero a quién no le cuesta encontrarse en una nueva situación.

Denle un tiempo muerto.

27 de julio de 2009

Llueve

Abro los ojos, veo por la rendija de la ventana. Este es un día agradable, no hace ni tanto sol ni tanta nube. Es un día que ya sabemos que va a estar lindo para ir a pasear.
Entonces, el remoloneo es breve y el optimismo crece. El desayuno se hace rápido y una se marcha a ver mundo, que para eso vine hasta acá.

Hoy abrí los ojos y vi gotas diagonales caer con violencia. El remoloneo se extendió más de una hora y media, el desayuno me llevó otra entera. Cuando parecía que el mundo iba poniéndose en condiciones para recibirme, fui a acondicionarme yo. Volví a los cinco minutos y resultó que la oblicuidad y la violencia de los ahora goterones había incrementado.

Ahora espero un futuro incierto. No debería, no es ni el momento ni el lugar. Es lo que hay.
Mientras tanto, abro ventanas nuevas y espío por otras rendijas en busca de amenidad.

1 de julio de 2009

Una imagen sin mil palabras

"Este perro es la hostia, tío"



Y por qué yo quiero una pileta cuando tengo la inmensidad del Atlántico ante mí?


24 de junio de 2009

Del género y la incomprensión 2

Ella transita por las líneas paralelas y curvas que un día se volvieron un poco circulares, sin principios ni llegadas.
Él la sigue mirando ir y volver, andar a campo traviesa, tropezarse una y otra vez con la misma piedra con plena intención.
Ella perdió el registro de lo que alguna vez fue él para ella. Va y viene, y se tropieza con cierta frecuencia con piedras y fisuras que le suenan conocidas, a veces lo nota en la distancia, pero decide acercarse igual, y cuando se da cuenta ya es demasiado tarde. Ella no lo recuerda del todo, pero sabe que no lo quiere de vuelta, no en el mismo lugar de siempre.
Él sigue firme. No emite palabra, sus oídos tampoco acusan recibo. Cree que si permanece en el mismo lugar, ella alguna vez volverá a pasar por ahí y todo volverá a ser como antes.
Ella sabe -con una certeza que parece apabulladoramente absoluta- de algunos de los caminos por los que ya nunca más transitará.

17 de junio de 2009

ETXERA! - De vuelta a casa

Etxera significa "de vuelta a casa" en vasco (euskera).
Aquí estoy yo, nadie tuvo que traerme, vine por mi cuenta. Tuve suerte.

Otros no la tienen. Se los llevan lejos sin haberles preguntado, a veces sin siquiera avisarles a ellos o a sus familias. Sí, sigue pasando. Los desparraman por ahí (Francia y España), los dejan incomunicados y pocos saben de esto. Las razones no siempre son claras, a veces ni existen. Pero no importa, la ley ampara a unos y no a otros.

Después no es fácil volver. Te tienen que soltar y tenés que tener cuidado de que no te vuelvan a atrapar. Eso en el mejor de los casos.

Y tan pocos lo saben.

Una vez más pregunto al vacío: Qué hay de las vidas en juego? Dónde quedaron los derechos humanos? Por qué siempre una doble moral?

12 de junio de 2009

De gratitudes y gratuidades

Pido disculpas por la ausencia? No. La menciono y es suficiente. He estado mirando y retratando, pero de otro modo. Hice de este un año visual, algo de eso puede verse por aquí. Me tomé una tregua de otras formas de escritura, quizás sea tiempo de volver. Es suficiente.

A aquel que esté interesado puedo comentarle en pocas palabras que mi Rosas cayó por su propio peso, que siempre nos controló a los subversivos y que yo terminé viviendo en un exilio cercano, retornando eventualmente en busca de una muda de ropa a un espacio del que nunca llegué a apropiarme. Una vez más caí víctima y cómplice de mis propias trampas mentales, sonrío sin remordimientos.

Mi recorrido me lleva a un territorio cultural muy distinto. Aquí no hay lugar para próceres, ni se aceptan nuevas guerras civiles. Se vive la chabacanería. La imagen me muestra en un día de humor fácil, sin sutilezas. Llegué al verano y el calor nunca fue aliado de mis rebusques. Mala suerte, pero por elección propia.

Readaptarme a mí es la tarea.

8 de marzo de 2009

Mediaciones personales

Llegué a la habitación y lo puse en la cabecera. Figura ilustre que marcó la historia y la memoria de mi patria en un siglo que no viví sino a través de ficciones históricas y noveladas. Institucionalizarlo como criatura al mando fue parte mi proceso de apropiación del espacio. Sin embargo, mi perversión se hace presente. Una vez más hago lugar en el podio para una figura cuyo mérito es indiscutible, pero de cuyo accionar me han sido enseñadas consecuencias lamentables (Véase: Tito, Nehru, Franklin...).

Afrontémoslo: tengo una fuerte tendencia a desligarme de lo que sucede a mi alrededor. Voy por la vida, feliz y campante, creando personajes a los que otorgo un protagonismo esencialmente ineludible. Ellos están ahí para hacerse cargo de mí, a través de mis escritos, claro. 

Ahora, el factor mediático. La explicación ocurrente implica una serie de disquisiciones enrevesadas acerca de la presencia de medias en distintos tonos de gris, colgando sobre una percha morada, atravesando un ángulo inferior del prócer que, y no es un detalle menor, se encuentra grabado en una copia fiel de un billete de $20. Las medias están goteando. La lectura metafórica indica que el cielo está cargadito y violento, que las nubes pesadas inician su descarga delante de un fondo prístino en el que destaca la imagen, ya empañada, del héroe. Mis ganas piden que el billete se venga abajo, no importa cómo. 
El factor realidad, telón de fondo de toda interpretación, indica que las medias se secan al aire de la calefacción, tras salir de la lavandería y que la cinta de papel con la que el billete está fijado a la pared es de buena calidad.

Datos de último momento: la autora se ha aliado a dos personajes, prestos a ser presentados pronto, con claros fines de disidencia y rebelión. Saludos, camaradas. Los mantendremos al tanto de los avances y retrocesos. 

26 de febrero de 2009

Del género y la incomprensión

Fuera de campo están los otros pájaros. Parecen cuervos, yo los he visto. Vuelan en redondo y graznan, igual que en las películas de territorios a los que solo llegamos gracias a una lente que media entre espectador y espectáculo.

Dentro del campo han quedado ellos. Ella está a un escalón de cruzar la meta imaginaria. Él, solitario, alienta desde una tribuna igualmente imaginaria. Ella se para en seco, giro de 45° a la derecha: No llegamos, yo me quedo acá. Nótese el uso de la primer persona del plural que ella ha adoptado para ubicarse. Primera persona plural que los incluye a ambos, a ella y a él. Primera persona del plural que se pierde en la segunda cláusula de la oración.




Dejemos que los espacios en blanco reflejen el efecto de quiebre que la autora busca conseguir.

Fuera de campo, 45° a la derecha, están los cuervos que graznan llamando la atención sobre sí mismos. Él, desde el campo, los mira porque ella los mira. Ella se pregunta por qué usó la primera persona plural. Él sigue con la mirada clavada en el grupo externo, sin entender qué es lo que ella observa con tanta insistencia. 

Ella, casi al final de la escalera, está a punto de alzar vuelo y saltarse algunas metas. 

20 de febrero de 2009

Espación de reafirmación personal


No me voy a caer. 
Aunque el camino aún no ha sido pisado, aunque no pueda divisar el final del puente, aunque es más que evidente que se trata de un espacio de transición, de un camino entre una y otra orilla, aunque las barandas estén resbalosas, aunque haya agua congelada fluyendo bajo la capa de hielo, aunque no haya huellas marcadas cuyo rastro seguir. 

No me voy a caer. 

Nótese que he hecho de este bosque mi templo y refugio, mi espacio de retiro espiritual. 

11 de febrero de 2009

El agujero del mate



Había una vez un bosque gris. En ese bosque, como en todo bosque que  se precie de serlo, había árboles y esos árboles tenían muchas ramas. Las ramas de algunos árboles estaban vacías, era invierno. Las ramas de otros árboles estaban llenas de hojas, a pesar de que era invierno. Los árboles con ramas vacías se pusieron tristes, muy tristes, porque querían tener hojas, se preguntaron por qué no las tenían y levantaron sus copas al cielo en busca de una explicación. La respuesta se negó a aparecer (Estado: No disponible) y el cielo comenzó a engrisarse -una vez más- tras haber brindado unos minutos de celestial azul (sean válidas las redundancias).

Los árboles vacíos se preguntaron cómo alcanzar el verde, estaban muy convencidos de la necesidad de color en sus días grises. Las preguntas no cesaron de aparecer pero apenas si hubo vestigios de respuestas posibles, los árboles estaban confusos. 

Un árbol de los desnudos bajó su copa y preguntó a uno de sus pares siempreverdes: "Cómo?" El otro árbol respondió: "Tiempo, estaciones, procesos, fortalecimientos internos." 

La consigna pronto se expandió. En esos días estamos. 

5 de febrero de 2009

Entre espejos y horóscopos


El descuido y la desatención podrían ser la nota descriptiva del año que se fue. Las ganas, el impulso y la transición parecen ser los primeros tintes del que empieza.

El 10 de agosto de 2007 di inicio a un proyecto que no sabía muy bien a dónde iba a llevarme. Por esos días, un espejo inaugural me abrió sus puertas para entrar en otra dimensión. No a una desconocida, la idea era hacer lo conocido de otra forma, con otro color, darle un aire de des-naturalidad que movilizara, que me movilizara. Quería aprender a escribir de lo que veo todos los días y me pierdo, quería acercarme a mí y acercarme a los otros, acercarme otra vez a la escritura.

Hace 20 días que estoy acá. Este espejo me abrió las puertas un par de veladas atrás, me dio la bienvenida y me condujo rumbo a otra dimensión. Esta dimensión sí me es desconocida, y he decidio reconocerla, apropiarme de ella por este medio. 

En un intento poco trágico por resistir al calamitoso año que me auspicia Ludovica ahora que me sé tigre de fuego, los invito a acompañarme en esta nueva etapa de este espacio. 

Salud y larga vida a los búfalos.

 
 
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