19 de octubre de 2011

Los muebles




Me siento en un espacio en blanco, en un cubo, no, un rectángulo vacío y desde ahí escribo. Desde el cubo-rectángulo de paredes blancas, como una  caja de zapatos, que me contiene. El cubo es mío, es mi casa, y se llena. Se nota que soy nueva en esto, porque mayormente las paredes están llenas de proyectos, por ahora los estantes son pocos, y está mi cuadro de Frankfurt. No sé qué pasaría si llego Frankfurt y no es como en mi cuadro. 

Me traje el aparador, antes era mi mesa de luz, sostén de cremas, guarda de la ropa interior. Ahora es un mueble de cocina que se llenó con los platos que eran de mi abuela y los vasos que conseguí en oferta en un hipermercado. Me gustan mucho mis vasos, “ideales para el fernet” dijo mi papá cuando los vio, yo había pensado lo mismo cuando los elegí. Los platos me hacen acordar a la sopa de arroz con caldo de gallina de mi abuela, a mí me sale mejor el de verduras. 

El escritorio vino después, y lo llené de fotos y postales. “No nos dejes caer en la tentación de no luchar por nuestros derechos”, las acuarelas de Pedro, mis imágenes de viajes, los amigos y la familia bajo el vidrio. Parecería una oficina si no fuera por las imágenes que dan color. Arriba el set de audio, cuando dejé de comprar tecnología y empecé a comprar utensilios de cocina me di cuenta de que mi adolescencia había terminado. Fue hace pocos meses. Los viajes de mis amigos caben en una repisa, son sus regalos, y los míos también. 

Dólar y Alegría son el verde, ya no están mis cactus. Qué habrá sido de los cactus, quizás debería traerlos.
Hay una mesa de pino que es enorme. Mi mamá me ayudó a traerla y Guillo terminó de subirla. Qué fuerza que tiene Guillo. Ahora veo la mesa desde el escritorio, parece tan fuerte y grande, está esperando los encuentros, los porrones, las meriendas y las pizzas. Las sillas son hermosas, estoy totalmente enamorada mi mesa y sus sillas. 

Ella está empezando a entrar, también. Sus regalos preliminares se hicieron sentir más fuerte el día en que trajo las sábanas, y ya no se volvió a ir. La ropa sí, iba y venía. Conseguimos la valija para que se quede un tiempo largo, “provisoriamente”. Las paredes blancas son grandes y caben sus proyectos, y los nuestros, las ollas y las asaderas. 

Me mudé, nos estamos mudando.

9 de septiembre de 2011

Con la leche en el ojo

Don't stop me now
-en la semana de Freddie-
 


Me sacaron el caramelo de un empujón justo en el momento en que empezaba a saborearlo. No fue divertido, no podría haberlo sido, y menos cuando era el caramelo más codiciado del momento, el último de la bolsa, y que (además) no era de envoltorio naranja sino del verdecito que me gusta. Ni siquiera le vi la cara al agresor, pero el golpe vino a través del teléfono y fue certero.

Mi celular indicó que "Sanlorenzo" me llamaba y sonreí. Era mi línea directa con el cielo. Pero es tan fácil invertir términos en estos días, que la voz tensionada del otro lado reveló en un par de palabras que para mí aún eran tiempos de terrenalidad, tiempos de continuar con mi búsqueda ansiosa. De cualquier manera, la casa era hermosa, y cada vez que la recuerdo me parece un poco más linda que antes. Las habitaciones, la sala, el patio, la cocina.... cuánto espacio para mí, poco queda en mi memoria de la humedad de las paredes, las puertas de 60 cms y la falta de iluminación... detalles menores y perfectamente solubles. Yo quería esa casa.

La ilusión duró aproximadamente 20 horas. El tiempo entre que di mi "Sí" definitivo y ellos su "No va a poder ser". Todas mis casas posibles se hicieron en mi cabeza. Los muebles fueron apareciendo, la distribución del espacio, el diseño de la habitación de visitas o un cuarto de estudio, ofertas de heladeras y sommiers en vista. Hasta la lista del súper estaba hecha a la espera de que alguien la dejara con un imán en su heladera. Y bueno, yo seguí acumulando objetos, después de todo parece que es lo que mejor me sale. Y me puse bruta e impulsiva, que es lo que pasa cuando la ansiedad se acumula y está a punto de estallar. Para mi suerte, en lugar de disparar para cualquier lado, esta vuelta me contuve y logré un uso provechoso de la energía: tenemos cama nueva, aunque guardada en algún depósito a la espera de encontrar un techo que nos resguarde.

La búsqueda continúa. La energía no se pierde, se recicla y se renueva.

9 de agosto de 2011

Cosas que se van (versión 1)

Para no olvidar 


Hace uno o dos fines de semana decidí empezar a mudarme, me encontré grande para este espacio. Aunque siga sintiéndolo muy mío, me siento ajena a él. Me voy a ir.

Decidí que un buen primer paso, mientras voy consiguiendo con quién y a dónde, era limpiar. Y se fueron muchas cosas, fueron 3 días de duro trabajo emocional, fue un repaso obligado por los últimos diez años de mi vida, y un poco más atrás quizás también. Digo que fue emocional el trabajo porque, más allá de atravesar los días, las cosas y los sentimientos, tengo una tendencia compulsiva a coleccionar objetos y dotarlos de un valor sentimental que va mucho más allá del fin primero para el que fueron creados. En fin, que las cosas que estaban guardadas estaban guardadas por algo, y ahora ya no están.

Muchas cosas se fueron fácil, porque ya ni me acuerdo por qué las había guardado. Otras merecieron mi contemplación nostálgica de minutos largos, y repasos y repasos. Se fueron 7 bolsas tamaño consorcio, jamás pensé que mis placares tuviesen espacio para tanto. Sobrevivieron el libro que me escribió Angelita cuando nos mudamos a España, también la carpeta con cartas que me preparó Mailín, las postales de Tucumán que me mandó Ana cuando vivíamos por allá, la tarjeta de cumpleaños en euskera que alguna vez me mandó mi tía desde su tierra nueva y lejana, las acuarelas de Pedro, una carta que me escribí alguna vez que ni recuerdo, y  espera ser abierta en mi próximo cumpleaños, algunas fotos, los regalos más nuevos (de los últimos dos años) están casi todos. Las cartillas de museos, mapas, postales de lugares, revistas, calendarios, agendas  y todo aquello que contuviera imágenes ha sido recortado por mi tijera, lo rescatado pasó a mi cajita verde, donde guardo los motivos que después se convierten en las cajas-collage que suelo regalar.

Mi pasado negoció con mi presente. Resolvieron que un buen trato sería hacer un listado de aquellas cosas que se fueran de las que más me costara desprenderme. Ese listado reposaría en un documento word, a la espera de que por cada objeto se escribiera una historia, una anécdota: se reviviera un pedazo de ese pasado que hasta ayer ocupaba un lugar en mi placard. Lo curioso fue que el dichoso documento tuvo un devenir inesperado, quizás no casual: el sistema operativo se cerró inesperadamente un par de pares de veces, las recuperaciones de documento se ve que no fueron suficientes y mi memoria se niega a repasar el contenido de esas bolsas negras que hace días dejaron el hogar. Sobrevivió lo siguiente en la lista:

  • Entradas para New Order, Black Eyed Peas, Brahma Rock Festival (aquel glorioso 2003), Charly García, Fito Páez, Cadena Perpetua, Divididos, Los Piojos, Gran Valor Reggae, Loquero, Nerd Kids, Tiempo Suspendido, Adán Cabrón (Error primitivo).
  • El suplemento del ShowTime ACB de Málaga, la credencial de la Davis, algunas entradas viejas del Unicaja, una de un Argentina - Cuba de voley. 
  • Los papeles de presentación de Diego "el siberiano", de San Nicolás, y de Joseba, de Donostia. 
  • Mis tarjetas del bus malagueño, la de estudiante, la de la seguridad social, mi dni caduco también.
  • La piedra de las playas de Maro (Granada), la que me quedó del día que fuimos con el colegio a limpiar la costa y encontramos restos de ropa de gente llegada en pateras y una pareja hippie italiana que viajaba por el mundo, y todo era medio novedoso. El agua era muy transparente, el contraste de la ropa era una señal de alerta, allá por 2004. 
  • La sal de las Salinas Grandes (Jujuy) del viaje con Mailín en 2007.
  • Mi correspondencia con Charly, Juan Martín, Sebastián e Israel, de la era pre-face. 
  • Fotos
  • Los regalos de lxs exs. 
  • Algunas tarjetas viejas, ahora sé que desde peque ya era la Páter.

La limpieza todavía no ha terminado, las historias aún no se han escrito. El tiempo les dará su lugar (o yo). Entre tanto, busco vivienda. 

12 de junio de 2011

Sobre las experiencias humanas


Esta semana me ha apretado fulero. Me cansé de levantarme temprano, cargar mochila, salir al mundo y volver a medianoche (o más tarde), me cansé de llevar un vida de hostal en mi casa: baño compartido, desayuno incluido. Me encontré una cana y ganas varias de armar un espacio nuevo, mío. Después, necesité un fin de semana de sueño prolongado y verde en abundancia para sentirme bien. Ya no tengo 20 años.

En el medio, pasó la vida cotidiana, aquella que solía llamar rutina. Me he dado cuenta de que la mía no existe, no dura más de una semana. Este año no puedo conservar un modo de hacer las cosas porque mis experiencias mutan en cuestión de minutos, vienen unas y se van otras medio descontroladamente y yo siento moverse mi eje de un lado a otro con alto riesgo de sismos, aunque sin mayores preocupaciones.

Es que respiro un aire que me gusta, y lo voy compartiendo, y el sol me acompaña, y de a ratos me inunda ese sentimiento de plenitud que me lleva a sonreír de la nada, mientras algunas lágrimas se acumulan ansiosas y ruedan en los toboganes que son mis mejillas. Creo en la felicidad, en esa. Así de llena de ganas que pelean por salirse de mi cuerpo, que las lleve el aire y se contagien.

Aprendo de afuera hacia adentro y de adentro hacia afuera. Veo y escucho, todo un ejercicio. Hablo, aunque a veces trato de callarme. Hago, hacemos y hasta se me cuelan los miedos de a rato. Esos miedos míos que por momentos parece que van a ser mis peores enemigos y me van a dejar arrinconada en algún angulito, y otras se mandan a guardar solitos porque ven que no hay quorum para su entrada a escena.

Mañana es lunes en la ciudad, pero no viene acompañado del "otra vez" desgastante de esas rutinas que asustan. Mañana es otro lunes de agenda que puja por marcar un orden, pero que se sabe abierto a la incertidumbre que me gobierna. Respiro, sonrío y me voy a seguir disfrutando de este sol de invierno anima-mediodías.

15 de abril de 2011

Epílogo


Creo en ciertas cosas. Creo en los círculos que abarcan ideas y personas, caras familiares que se repiten una y otra vez, y que contienen. Porque los círculos son una curva cerrada sobre otra igualmente cerrada, un espacio de protección (incluso a veces pareciera que los círculos no dan lugar ni a entradas ni a salidas).

Los círculos, muchos, no tienen una buena imagen... y pienso en eso de los círculos viciosos, que roen y roen y roen y vuelven a roer la misma herida, que no termina nunca por cicatrizar. Algo así como tropezar todo el tiempo con la misma piedra.
El círculo da vueltas sobre un eje, y aunque éste cambiara, no cabría la posibilidad de alterar la forma, y Pi, número fijo, seguirá siendo parte de la fórmula universal que calcula la superficie de todos y cada uno de los círculos, por más variados que sean sus tamaños. Los círculos, y sus funcionamientos, resultan así bastante predecibles.

Es cierto que los círculos se cruzan con otros círculos y, entonces, es posible abrir espacio y entrar en una corriente nueva. Salir del círculo sin terminar de hacerlo, aunque sea para caer en nuevo círculo que, variante más, variante menos, ya sabemos que responderá a un funcionamiento similar, ya conocido.

Salir del círculo sin caer en la espiral, sin terminar ensimismándome en un punto que conduzca a la nada o que lleve al infinito. Cómo. Cortar con toda regla que anteceda la experiencia, borrar las etiquetas, los estereotipos, hacer a un lado la palabra ajena y que duela el cuerpo como tenga que doler para que se entienda como se tenga que entender. Sacar la cúpula de vidrio que mantiene mis castillos de naipes al resguardo del viento y, si tienen que caer, que caigan. Caminar al borde del precipicio, sobre una cuerda floja que solo me sostiene en la medida en que la tensión es constante en los extremos, saber que no hay redes de contención, olvidar el contrapeso, soltar, soltar, soltarme y caer al vacío hasta que se rompa la lente de las formas geométricas predefinidas y que todo se mezcle para volver a ordenarlo. Cómo correr riesgos.

23 de marzo de 2011

La ficha


Soñé que me masturbaba con un objeto. Ese objeto era de vidrio, frágil y transparente, y entraba pero no salía. Soñé que lo que salía era un hilo de sangre, pero yo no sentía dolor. Soñé que el objeto se rompía e imaginé las fracturas del vidrio dispersándose dentro de mí, seguí sin sentir el dolor.

Soñé que despertaba de un sueño con sangre entre las piernas y el recuerdo del vidrio y la excitación. Estaba en mi cuarto y me preocupaba manchar las sábanas, me preocupaba qué iba a decir de eso. Me preocupaba tener que pararme y caminar, con el riesgo de que los vidrios se incrustaran en mis órganos y el dolor, por fin, apareciera. 

No recordaba el momento en que el vidrio se había metido dentro de mí, recordaba la excitación pero no el sentimiento de placer y eso no me molestaba. Como no existía el dolor -sí el miedo a sentirlo-, tampoco me preguntaba qué era eso dentro de mí que había sido la causa primera del sangrado. Me desangraba por mi sexo, mi zona más vulnerable, y no podía frenarlo. 

Entonces desperté a un tiempo de los dos sueños, que cabían el uno en el otro, y me vi en la misma habitación. Las sábanas estaban limpias, mis piernas secas, y escuchar voces familiares de fondo calmó mi angustia. Después, pasaron las horas y los días y yo me fui olvidando, me acordaba de poco y de a poco. Hasta que un día comprendí.

11 de enero de 2011

Soy

La primera pregunta es la que se mantiene estática a lo largo de los tiempos y los espacios. Invariable, a diferencia de su respuesta, que parece que cambia de muda en cada cruce de calle, en cada vuelta de esquina: quién soy?

Soy. Es lo que puedo decir de mí. No sé si tengo un alma, un espíritu, una esencia... mi tendencia al racionalismo lógico me impide admitirlo, salvo en momentos de extrema perturbación o debilidad. En cambio, sé que tengo un cuerpo, uno bastante grande y notorio, por cierto. Por supuesto que la Química, la Física, y la Anatomía no me alcanzan para explicar (ni para entender) esto que estoy haciendo en este momento, que es una reflexión... no sé cómo ni por qué se produce, tampoco sé por qué existen las dudas. En cambio, sé que son motores de cambio y movimiento y con eso (por ahora), me alcanza.

(Me) resulta curioso lo simple que resulta, a veces, saber quiénes son los demás. Aquél, éste, o el de más allá. Con ellxs no existe la clemencia de la duda, la contemplación de los cambios internos. Ellxs son y han sido así, y es poco probable que vayan a cambiar. Demás está decir que son definiciones prácticas que, por lo general, no vienen más que a justificar mi grado de relación con tal o cual persona. Definir a lxs demás para definirme a mí. Así puesto, no suena demasiado a buen camino.

Y el panorama empeora si pienso que este mecanismo me puede ser aplicado a mí. Seguramente, yo también soy y he sido así para vos, para ella, o para él, o para ellxs. Y es un problema cuando compruebo que no, que claro que no fui siempre así, que antes era otra sin ser Otra. Me duelo conmigo, no estoy en paz con mi pasado ni sé cómo estarlo. Y cuando pienso que soy mi pasado y lo seguiré siendo para siempre y para tantxs, se desvanece mi capita de nomeimportaloquepensesdemí, y pido otra oportunidad.

Vuelve a resultarme curioso, parece que le estuviera hablando a alguien que no soy, pero en el fondo sé que no. Que si me miro hoy al espejo y todavía no me reconozco, tampoco aquella imagen vieja hace sentido.

Soy, entre tantas otras cosas, una persona insegura.

6 de enero de 2011

Por qué será...


...que una imagen vale más que 1000 palabras?
...que tenemos una obsesión irracional por la perduración de las imágenes, de los objetos?
...que el miedo, la incomprensión y la incomunicación parecen ser las causas más frecuentes para el fin de las relaciones?
...que no ser egoístas, aunque sea en una mínima medida, resulta imposible?
...que me olvido? y no me acuerdo, aunque quiera y lo intente. 
...que siempre es más fácil definir por comparación y en contraste que buscar las propiedades específicas que hacen a un objeto, situación o sentimiento?
...que me salto los ejemplos cuando leo teorías?
...que no me acuerdo de los sueños y cuando me acuerdo prefiero olvidarlos?
...que a veces da la sensación de que la sensibilidad se va perdiendo de a poco?
...que necesitamos tanta protección? en todo y de todos.
...que a una noche de estrellas sigue un día de grises?
...que estoy tan cansada antes de empezar a leer o a escribir? 
...que cuando me enojo con Alguien o conmigo trato mal a los demás?
...que a la primavera le gusta ver estornudar a la gente con alergia?
...que las miradas fijas de los cuadros y las fotos persiguen obsesivamente a sus espectadores?
...que siempre queda más por conocer?
...que siempre hay algo que se puede mejorar?
...que una sonrisa o el calor de un abrazo pueden dar vuelta un día?
...que con los dedos de una mano cuento a quienes nos gustan los caramelos media hora y todavía se siguen fabricando?
...que las preguntas, las dudas y las inquietudes siempre superan a las certezas y las seguridades?

y así, un etcétera infinito de preguntas a las que aún no encuentro respuesta.

Y sin embargo se sigue... con el miedo, la incomprensión, los desvaríos, con la ilusión de que sí, se puede mejorar, que algún día algo más se llegará a entender y ganaremos certezas, para abrir la puerta a las dudas nuevas que siempre seguirán teniendo su tiempo para llegar.

 
 
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