Ayer me invitaron a acompañar la puesta en escena de Manifiesto por amor a los hombres, una producción teatral que me me encantó. La obra atraviesa diferentes edades y situaciones en la vida de un varón homosexual del noroeste argentino. Entre tristezas y alegrías, ausencias e insultos, plumas y bailes, me terminó pareciendo una exaltación de la búsqueda del camino hacia la libertad como una forma válida para alcanzar la plenitud personal. La función se realizó en el marco de la Fiesta del Teatro por los Derechos Humanos, que se propuso llegar con creaciones artísticas transformadoras principalmente a adolescentes, aunque, en esta sala, los adolescentes estuvieron ausentes. Resulta que ninguna de las instituciones educativas convocadas aceptó la invitación. En cambio, y no por casualidad, la obra contó con una buena cantidad de espectadores jóvenes e interesad@s que aplaudieron con ganas y entusiasmo cada acto.
Comentaron quienes fueron a invitar a las escuelas y colegios a ver Manifiesto... que, entre las respuestas, les dijeron que l@s chic@s no estaban preparad@s porque no habían trabajado el tema, que probablemente necesitaran algún sustento teórico que lo acompañara y lo pudiera explicar. ¿Será verdad que l@s docentes piensan que l@s adolescentes necesitan una teoría para que les hable de lo que sus cuerpos gritan? Meter "el cuco en el desván", como dice una canción del Hostal..., más que resguardar, señala, acusa y lastima. La invisibilidad también deja su huella.
A estas alturas de las leyes y las prácticas, creo con firmeza que evitar hablar de la diversidad sexual, omitirla desde el rol de educador, es un acto y a la vez una apología de la discriminación. La creadora de Hostal Morrison da cátedra, quizás sin habérselo propuesto, acerca de cómo adaptar para todos los públicos contenidos socialmente complicados. Varios deberían sentarse y aprender. Más fácil, incluso, escuchar lo que l@s adolescentes tienen para decir al respecto, promover la libre circulación de la palabra.
La frase de cierre se repite y repica, aunque a veces parece que cae en vacío. La homosexualidad no es una enfermedad, la homofobia sí y se cura.
0 pinceles hicieron su aporte:
Publicar un comentario