23 de marzo de 2011

La ficha


Soñé que me masturbaba con un objeto. Ese objeto era de vidrio, frágil y transparente, y entraba pero no salía. Soñé que lo que salía era un hilo de sangre, pero yo no sentía dolor. Soñé que el objeto se rompía e imaginé las fracturas del vidrio dispersándose dentro de mí, seguí sin sentir el dolor.

Soñé que despertaba de un sueño con sangre entre las piernas y el recuerdo del vidrio y la excitación. Estaba en mi cuarto y me preocupaba manchar las sábanas, me preocupaba qué iba a decir de eso. Me preocupaba tener que pararme y caminar, con el riesgo de que los vidrios se incrustaran en mis órganos y el dolor, por fin, apareciera. 

No recordaba el momento en que el vidrio se había metido dentro de mí, recordaba la excitación pero no el sentimiento de placer y eso no me molestaba. Como no existía el dolor -sí el miedo a sentirlo-, tampoco me preguntaba qué era eso dentro de mí que había sido la causa primera del sangrado. Me desangraba por mi sexo, mi zona más vulnerable, y no podía frenarlo. 

Entonces desperté a un tiempo de los dos sueños, que cabían el uno en el otro, y me vi en la misma habitación. Las sábanas estaban limpias, mis piernas secas, y escuchar voces familiares de fondo calmó mi angustia. Después, pasaron las horas y los días y yo me fui olvidando, me acordaba de poco y de a poco. Hasta que un día comprendí.

1 pinceles hicieron su aporte:

Kill Bill dijo...

tremendo y tremendo leerlo un 24 de marzo.
El relato es muy bueno y es dificil decirlo también

 
 
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