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26/08/2014

Convivencia vial (¿o connivencia?)


Hoy me hice un amigo nuevo en la calle. Un don señor frenó para gritarme “mirá el semáforo y aprendé a cruzar, porteña pelotuda”, en respuesta a mi enérgica primera aproximación: “el peatón tiene prioridad, boludo”. Mi intervención, que cargaba alguna que otra ira acumulada contra tantos automovilistas a quienes hasta ahora me había ahorrado de insultar, se produjo luego de que este don señor girara muy apurado hacia la derecha, sin disminuir la velocidad, mientras un grupo de peatones aprovechábamos nuestro turno de paso por la senda marcada en el pavimento. Se ve que el don señor, cuyo copiloto era una mujer con un lactante en brazos que tomaba su mamadera sin siquiera medio cinto de seguridad, se sintió bien interpelado por mi grito y, a pesar del apuro que tenía, se permitió la delicadeza de frenar para insultarme con gentilicio y adjetivo poco pertinentes. Casi que le invito unos mates.

17/08/2014

Los límites de la normalidad



Ayer me invitaron a acompañar la puesta en escena de Manifiesto por amor a los hombres, una producción teatral que me me encantó. La obra atraviesa diferentes edades y situaciones en la vida de un varón homosexual del noroeste argentino. Entre tristezas y alegrías, ausencias e insultos, plumas y bailes, me terminó pareciendo una exaltación de la búsqueda del camino hacia la libertad como una forma válida para alcanzar la plenitud personal. La función se realizó en el marco de la Fiesta del Teatro por los Derechos Humanos, que se propuso llegar con creaciones artísticas transformadoras principalmente a adolescentes, aunque, en esta sala, los adolescentes estuvieron ausentes. Resulta que ninguna de las instituciones educativas convocadas aceptó la invitación. En cambio, y no por casualidad, la obra contó con una buena cantidad de espectadores jóvenes e interesad@s que aplaudieron con ganas y entusiasmo cada acto.

Las de más arriba son Celeste y Socorro, dos de las protagonistas de Hostal Morrison, una serie que conocí en Paka Paka hace unas semanas y que también me encanta. Sucede que Celeste, Socorro, y demás personajes del hostal, son monstruos. Celeste quiere ser normal y que su hostal se llene de gente normal, pero su monstruosidad le brota espontánea e incontrolablemente, mientras sus compañer@s viven con naturalidad en su sutil encierro y, cada vez que ella intenta acercar a los humanos velando su lado-monstruo, incomprensión, angustia, frustración y, por supuesto, distanciamiento y tristeza son los condimentos que aparecen en escena. Además, está Boris, el antihéroe, que se regocija buscando la estrategia para exponer a sus vecinos a las garras de la condena social, aparentemente un poco celoso de la alegría ajena. Generalmente, el conflicto se resuelve cuando algún hecho muestra a Celeste y sus amig@s que renunciar a lo que naturalmente se es para ser aceptad@, resulta un camino inequívoco rumbo a la infelicidad.

Comentaron quienes fueron a invitar a las escuelas y colegios a ver Manifiesto... que, entre las respuestas, les dijeron que l@s chic@s no estaban preparad@s porque no habían trabajado el tema, que probablemente necesitaran algún sustento teórico que lo acompañara y lo pudiera explicar. ¿Será verdad que l@s docentes piensan que l@s adolescentes necesitan una teoría para que les hable de lo que sus cuerpos gritan? Meter "el cuco en el desván", como dice una canción del Hostal..., más que resguardar, señala, acusa y lastima. La invisibilidad también deja su huella.

A estas alturas de las leyes y las prácticas, creo con firmeza que evitar hablar de la diversidad sexual, omitirla desde el rol de educador, es un acto y a la vez una apología de la discriminación. La creadora de Hostal Morrison da cátedra, quizás sin habérselo propuesto, acerca de cómo adaptar para todos los públicos contenidos socialmente complicados. Varios deberían sentarse y aprender. Más fácil, incluso, escuchar lo que l@s adolescentes tienen para decir al respecto, promover la libre circulación de la palabra.

La frase de cierre se repite y repica, aunque a veces parece que cae en vacío. La homosexualidad no es una enfermedad, la homofobia sí y se cura.









12/06/2011

Sobre las experiencias humanas


Esta semana me ha apretado fulero. Me cansé de levantarme temprano, cargar mochila, salir al mundo y volver a medianoche (o más tarde), me cansé de llevar un vida de hostal en mi casa: baño compartido, desayuno incluido. Me encontré una cana y ganas varias de armar un espacio nuevo, mío. Después, necesité un fin de semana de sueño prolongado y verde en abundancia para sentirme bien. Ya no tengo 20 años.

En el medio, pasó la vida cotidiana, aquella que solía llamar rutina. Me he dado cuenta de que la mía no existe, no dura más de una semana. Este año no puedo conservar un modo de hacer las cosas porque mis experiencias mutan en cuestión de minutos, vienen unas y se van otras medio descontroladamente y yo siento moverse mi eje de un lado a otro con alto riesgo de sismos, aunque sin mayores preocupaciones.

Es que respiro un aire que me gusta, y lo voy compartiendo, y el sol me acompaña, y de a ratos me inunda ese sentimiento de plenitud que me lleva a sonreír de la nada, mientras algunas lágrimas se acumulan ansiosas y ruedan en los toboganes que son mis mejillas. Creo en la felicidad, en esa. Así de llena de ganas que pelean por salirse de mi cuerpo, que las lleve el aire y se contagien.

Aprendo de afuera hacia adentro y de adentro hacia afuera. Veo y escucho, todo un ejercicio. Hablo, aunque a veces trato de callarme. Hago, hacemos y hasta se me cuelan los miedos de a rato. Esos miedos míos que por momentos parece que van a ser mis peores enemigos y me van a dejar arrinconada en algún angulito, y otras se mandan a guardar solitos porque ven que no hay quorum para su entrada a escena.

Mañana es lunes en la ciudad, pero no viene acompañado del "otra vez" desgastante de esas rutinas que asustan. Mañana es otro lunes de agenda que puja por marcar un orden, pero que se sabe abierto a la incertidumbre que me gobierna. Respiro, sonrío y me voy a seguir disfrutando de este sol de invierno anima-mediodías.

21/09/2010

La huella

Lo lindo de los afectos es que nos dejan sus huellas marcadas en el cuerpo, hasta la matriz.

Vos te preguntás para qué estás acá. Y yo te digo que los chicos te esperan, aunque ya lo sepas, que los chicos te sonríen, aunque a veces solamente lloren y se peguen, que los chicos te dan la mano para cruzar la calle, porque en vos confían.

Vos a veces creés que no, pero yo sé que en el fondo sabés que sí, que no te podés olvidar así de fácil. Porque a mí me dijiste que tenías el sacapuntas más afilado y podías dibujar las mejores sonrisas, aunque los días... las semanas... a veces se pongan muy nublados.

Y cuando vengan las piedras, yo quiero hacerte acordar de los colores con los que sabés teñir el pavimiento, de las flores cálidas que pegás en esa mole de cemento gris, tan fría... tan helada que estaría si no fuera por la música y las carcajadas de tus pequeños... Te voy a hacer acordar del día que pasaste bajo el arco del triunfo, que iba desinflándose de a poco, pero a vos todos te aplaudieron y los chicos corrieron fuerte a abrazarte y después corrieron para poder ganar ellos también y recibir esos aplausos.

Porque ellos se acuerdan, seguro que sí. Porque esa es tu huella, porque vos para ellos estás ahí y siempre de vos van a querer más. Porque sos parte de los asados, las meriendas, los juegos, las charlas, los cines... Porque ellos son parte de vos y su huella ya la dejaron marcada en su agradecimiento y en sus demandas.

Lo lindo de los afectos es que nos respaldan, que nos hacen creer que podemos, que a veces hacen de guía y otras nos ponen límites... cuando nosotros nos olvidamos de hacerlo. Lo lindo de los afectos es, simplemente, saberlos presentes.

30/07/2010

Burbujas


Me invitaron y fui. Era un día de sol que estaba bonito para caminar, pero llegué en auto porque el destino final era lejos. Apenas entré me sentí como en el extranjero y empecé a recuperar recuerdos de geografías lejanas que nada tenían que ver con lo que quedaba de la cerca para afuera.

Adentro tuve un rapto de iluminación y entendí, creo que por primera vez, la noción de inseguridad tal como suele usarse en estos días. Éramos ajenas, en la garita de entrada nos indicaron el camino a seguir sobre un mapa. Yo fui mirando por la ventana como criatura que empieza a descubrir el mundo: casas sin portones, ventanas sin rejas, bicicletas en los jardines, el paisaje golfista en los alrededores y el camino que se hacía más largo gracias a los muchos reductores de velocidad dispuestos en su recorrido.

No voy a negar las contradicciones: a mi me encantaría vivir en un espacio sin límites demarcados, poder disfrutar de un paisaje sin tener que mirarlo entre hierros y poder dejar por ahí mis cosas sin tener que preocuparme por hallarlas o no en lo sucesivo. Pero, en realidad y por sobre todo, pasearme por ese espacio me asfixió, igual que me asfixiaban los zoológicos cuando era chica.

Este lugar se transformó, a mis ojos, en la (re)creación de un espacio idealizado que no sé si alguna vez habrá existido por estos lados pero que, en concreto, hoy no es posible. Sucede que a los pequeños criados en esas jaulas tan gigantes y bien acondicionadas puede ocurrirles lo mismo que a cualquier animalito criado en cautiverio: a la hora de ingresar en su hábitat natural se encuentran indefensos, sienten miedo, se estresan, tienen más enfermedades cardiovasculares y exageran, fomentan y reproducen sensaciones como la de la famosa inseguridad que, a estas alturas, se ha transformado en el villano más famoso de nuestro western local... así, con toda la impersonalidad, simplicidad y aparente ingenuidad que carga la expresión.

Me enojé ahí dentro porque esta gente, además de hacerle mal al prójimo externo haciéndole sentir que no puede acceder a su paraíso privado, se hace un mal a sí misma al imitar las condiciones de un mundo artificial que Menem se encargó de hacernos desear y, también, de quitarnos de las manos.

Volví caminando a la tardecita, cuando el sol bajaba. Respiré más tranquila en mi jungla. Recordé, entonces, a mis garritas tan limadas por el desuso, a las que solo muestro en tiempo de necesidad. No hay caso, la burbuja se resquebraja cuando la realidad golpea y abraza.

28/06/2010

Pasen y vean(me)


Hace unas semanas, debajo de esta imagen, yo empezaba a contar una historia acerca de cómo una tarde perdida de invierno quise poseerlo absolutamente todo, sin importarme la irrealidad de mi deseo. Era una sensación bastante ambiciosa. Supongo que, si fuera planeta, ese habría sido el día en que entrara en alineación con todos los demás elementos del universo.

La realidad de los días me distanció de la imagen, del sentimiento y del escrito. La totalidad se calmó en mí y se fue. Fue ese anhelo que me invade en los momentos en que reactualizo mis emociones panteístas y me encuentro en parte y comunión conmigo y con el medio. Las nubes se me revelaron fraternales y en un guiño de complicidad me invitaron a seguirlas por el celeste que brillaba como si estuviese amaneciendo.

Oficialmente, hace unas semanas, yo volví a ser yo en mí y en los demás. Parte en relación. Equilibrio desde mí y para mí, por y para los otros. Es un buen momento, el cielo me sonríe y la gente en las veredas también (aunque no sepan muy bien por qué), hasta la luna se puso las pilas y me regala arco iris nocturnos en su aura, que solamente yo puedo mirar.

Pasen y véanme.

03/06/2010

Para empezar a despedirnos mutuamente

Episodios de ayer, de hoy y de siempre, síndrome de la ansiedad hipercompulsiva, manifestación palpable: la nostalgia anticipada.

Te acordás de que el otro día te conté, muy preocupada, que había estado pensando en el momento, ese que todavía no vislumbramos, en el que vos y yo ya no nos miremos como nos vemos hoy y nuestros abrazos no sepan igual? Me odio por eso.

Julio va a ser duro. Asistiré puntual a las despedidas. Prometo intentar no esperar regresos. Cuando vea la luna, me voy a acordar del sol que los ilumina, me voy a sentir muy cursi y voy a pensar en las lecturas, las meriendas y las caminatas. Hoy colonizo el futuro para evitar que ataque el presente (el valor ridículo de la certidumbre).

Mientras tanto pasa junio, que no acaba de empezar y yo ya lo doy por terminado. No hay caso, yo sigo siendo yo.

22/05/2010

Por gente como vos, mi mundo está como está


Me acuerdo del golpe del baúl cuando lo cerré con furia después de haber guardado la guitarra. Me acuerdo de mi furia y mi mal humor. Me acuerdo de que esa noche fue la primera vez que renuncié a algo en lo que había creído con convicción. Tenía 16 años y estaba en la puerta del colegio.

Sé que vos no me estabas esperando. Me lo han dicho tantas veces desde entonces y hasta ahora que es casi un cliché en mi vida el meterme en la de los demás cuando nadie me llama, pasa que me dan paso. Igual, vos me miraste y yo te miré (o yo te miré y vos me miraste, el orden ya da igual). Nos miramos y nos seguimos en un revés de las cabezas que duró poco pero fue suficiente. Volví a mi furia, que ahora alternaba con momentos de pequeño gozo buscando tu mirada cómplice en la distancia. La situación me divertía, y ya me había olvidado de que estaba esperando a alguien que no llegaba.
Fue cuestión de 15 minutos, te acercaste me preguntaste por mi remera, te respondí, te prometí algo, cambiamos emails, nos despedimos. Después, más tarde, te vi de la mano de ella y a mí me vi de la mano de él y entonces las cosas recobraron su orden natural. Yo presenté la renuncia y me volví temprano a casa. Estaba harta, pero contenta: el oasis de las sonrisas que me ayudaste a conseguir. 
Tres días después tocaste el timbre de mi casa, dos más tarde, ella y él volvieron a saber de la soledad, y en el séptimo día el cielo y la tierra se unieron en una noche infernalmente larga, entre tránsitos pedestres y charlas sobre música, ideas y revoluciones, con los primeros acordes metálicos de fondo que yo empezaba a reconocer. La terminamos juntos. En realidad, fue nuestro comienzo. 

Nunca supe cuándo terminé de estar con vos. Porque es cierto que un día, tiempo tiempo tiempo después, me fui, que el final estaba anunciado casi desde el momento de la unión (otro de mis clichés), pero no era un final elegido ni provocado por nosotros. Y la seguimos, y nos dejamos, y nos reencontramos -porque volví-, y nos volvimos a dejar, y empecé otras aventuras y las dejé, y te reencontré... y en algún punto la primera persona plural se volvió singular. La precisión del momento es lo de menos, pasaron años sin que pudiera desprenderme de la idea platónica que inventé de nosotros. Efecto de los recuerdos que, por mucha conciencia que haya de que engañan y distorsionan, no pierden su poder. 

Hace unas semanas un café azaroso nos encontró de frente, y los temas fueron los de siempre. Todavía queremos salvar el mundo, y el mundo se nos hace cada vez más grande e inabarcable, aunque por momentos parece pequeño y sujetable. Maldito mundo en contradicción que no entiende que nuestra conquista será por su bien. Nos prometimos más cafés, te prometí un libro (todavía lo tengo separado), me prometiste algo más que ya no recuerdo. Seis años después de un probable fin a la primera vuelta, te sentí bien, te sentí completo en tu incompletitud, y te vi con ganas de estar como estás. Vale mi confesión, es la primera vez que te veo y no me invade la inquietud del "qué hubiera pasado si...". Me sentí bien a mí con vos así. No voy a terminar en la cursilería de decir que el encuentro fue un cierre de lo viejo y que ojalá que sea el comienzo de una nueva forma de relacionarnos... pero sabé que lo pensé. 

No se me ocurre final mejor: Es por gente como vos que el mundo está como está: un poco menos peor de lo que podría ser; con espacios alternativos que hacen pequeñas revoluciones todos los días en las cabezas y en las esquinas, en las plazas y los escenarios, en la facultad y entre los amigos; donde el egoísmo y la egolatría pasan a un segundo plano en pos de la empatía del aprender a compartir, aunque reconozcamos que a veces mueve el narcisismo de creer que se hace el bien. Salud por eso, por nosotros, y que nunca falte la alegría. 

17/05/2010

Sal solcito



Tiempo de calma, el invierno. Tiempo usual de soledad para mí, momento para poner el cuerpo a tono con la última tendencia en defensas y protecciones: los abrigos, las bufandas, los guantes, los pasamontañas, los gorros y las orejeras. Este año, todo parece preparado para ser diferente.

El sol se hace corto, cuando aparece. Yo me (le) río y me invento rutinas nuevas en calendarios a medio usar. Dejé la agenda en el cajón, no aprendimos a convivir. Compré un cuaderno de hojas lisas, pequeñito, sin cajas, ni renglones, ni marcas para las fechas o los números, liso hasta la náusea. Las páginas se escriben sin un orden claro. No, las páginas las escribo yo (aunque a veces me olvido), y pasan y pasan.

Reviví muchos músculos: las carcajadas no me abandonan, y eso que los pronósticos no son auspiciosos en varios flancos. Vamos, que no me quede con las ganas.

Las ganas. Mis ganas me van a traer problemas, lo presiento en ciertos indicios que por momentos afloran y se escapan entre miradas perdidas y una complicidad que se oculta en la comisura de unos labios que me gusta mirar, sobretodo cuando me sonríen. Las palabras se mezclan con la chispa de unos ojos pícaros que miro cuando me ven, y otras veces también. Y así, no se la pasa tan mal entre los días fríos. Las ganas, las mías, me dan calor cuando me dirigen, y este año no se miden.

Llega el invierno y me mueve la primavera. Bienvenidas las mariposas.

10/05/2010

Se disfruta

Mi vida a veces puede ser una gran carcajada. Y es mejor así, sin imágenes ni mil palabras. 

06/04/2010

El del tamboril


Era domingo, y el sol pegaba violento, las bicis iban y volvían por la calle. La feria se había instalado cerca del club náutico del pueblo y el agua del mar, que todo lo rodeaba, ayudaba a que el calor se viera un poco neutralizado.

Él hizo el camino como si liderara a una troupe de tamborileros rimbombantes en un desfile de máscaras y saltimbanquis. Y yo, que pasaba por ahí en un día de retratos iluminados, lo acompañé en su ruta durante unos metros que fueron una vuelta, en años, a una infancia de cotillón que no sé si alguna vez habré tenido, pero que, seguramente, varias imaginé.

Después, seguimos por separado. Cada cual en su mundo de fantasmas y fantasías.

28/03/2010

Brilla

El pueblo es un pasaje. La entrada... curiosa, una playa de estacionamiento. Hacia el final, un barranco que va a dar al mar. A lo largo del camino están las casas (de esas que parecen aptas para que vivan familias), una iglesia, bares, cervecerías, taperías, y que no falte el club barrial que invita al señor pueblerino a continuar con la ingesta alcohólica. Cruzo una explanada que, sospecho, hace las veces de foro público o plaza.

Recorrí con ellas la ruta. El pueblo es una pasaje al costado del mar, se ve profundo desde arriba. Por momentos, parece que el agua va a tomar la tierra, pero sabemos que no. Los buques industriales entran y salen al otro lado de la bahía, por éste, los nenes juegan a ver quién cae mejor parado, como si de una pileta de aguas claras se tratara.

Vamos y volvemos. El pueblo es un pasaje al costado del mar, con un pedazo de cielo privilegiado, y la palabra no es burda. La captura es casual, pero no el sentido.¿Cómo perder de vista el momento en que la luna quedó atrapada entre dos encordados celestes, justo cuando aquel avión a chorro pasaba disparado como cohete que escapa de su órbita?

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Iba yo entre laberintos internos cuando recordé el sonido que brilla, ese que escucho sólo con acordes que (me) vuelan. Y brillé. 

01/07/2009

Una imagen sin mil palabras

"Este perro es la hostia, tío"



Y por qué yo quiero una pileta cuando tengo la inmensidad del Atlántico ante mí?


17/06/2009

ETXERA! - De vuelta a casa

Etxera significa "de vuelta a casa" en vasco (euskera).
Aquí estoy yo, nadie tuvo que traerme, vine por mi cuenta. Tuve suerte.

Otros no la tienen. Se los llevan lejos sin haberles preguntado, a veces sin siquiera avisarles a ellos o a sus familias. Sí, sigue pasando. Los desparraman por ahí (Francia y España), los dejan incomunicados y pocos saben de esto. Las razones no siempre son claras, a veces ni existen. Pero no importa, la ley ampara a unos y no a otros.

Después no es fácil volver. Te tienen que soltar y tenés que tener cuidado de que no te vuelvan a atrapar. Eso en el mejor de los casos.

Y tan pocos lo saben.

Una vez más pregunto al vacío: Qué hay de las vidas en juego? Dónde quedaron los derechos humanos? Por qué siempre una doble moral?

12/06/2009

De gratitudes y gratuidades

Pido disculpas por la ausencia? No. La menciono y es suficiente. He estado mirando y retratando, pero de otro modo. Hice de este un año visual, algo de eso puede verse por aquí. Me tomé una tregua de otras formas de escritura, quizás sea tiempo de volver. Es suficiente.

A aquel que esté interesado puedo comentarle en pocas palabras que mi Rosas cayó por su propio peso, que siempre nos controló a los subversivos y que yo terminé viviendo en un exilio cercano, retornando eventualmente en busca de una muda de ropa a un espacio del que nunca llegué a apropiarme. Una vez más caí víctima y cómplice de mis propias trampas mentales, sonrío sin remordimientos.

Mi recorrido me lleva a un territorio cultural muy distinto. Aquí no hay lugar para próceres, ni se aceptan nuevas guerras civiles. Se vive la chabacanería. La imagen me muestra en un día de humor fácil, sin sutilezas. Llegué al verano y el calor nunca fue aliado de mis rebusques. Mala suerte, pero por elección propia.

Readaptarme a mí es la tarea.

19/10/2008

Las calles de mi barrio


 ¿De dónde venimos? ¿Por dónde nos movemos? ¿Hacia dónde vamos? Preguntas ontológicas que  remiten a debates con inicios míticos y continuaciones inabarcables. La gente últimamente los resuelve fácil: "Buscá, adentro tuyo está la razón". Otros tienen iniciativas más comunitarias y al alcance de todos. 

Es noche cerrada, venís por la Aconquija a la casa del amigo ese que vive allá ("lejos"), empezás a chequear alturas para ver dónde tenés que bajar del colectivo (o doblar con tu rodado, dependiendo de las posibilidades) y, de golpe, te encontrás con una de las últimas grandes jugadas de la municipalidad de Yerba Buena, tan a la vanguardia de los movimientos institucionales: los postes de las esquinas  se parecen más a una tabula rasa a la espera de los conocimientos por llegar que a la guía orientadora a la que esperabas aferrarte. Su azulidad bloquea entornos y confunde, siembra la duda y la reflexión. 

Sí, sí, es una idea poco práctica. Pero pensemos en el trasfondo de la propuesta: ¿se estará dando cabida a una desobjetivación de la vía pública, proponiendo que cada uno llene imaginariamente esos carteles con la ubicación que mejor lo represente desde su subjetividad? 

Pa' mi que es pura negligencia, pero, sabemos,  las verdades pueden ser tantas como autores quieran encarnarlas. 

21/04/2008

Una poesía con huellas digitales - IV Marcha de la Cultura Popular

La calle era una fiesta.

Ayer, domingo 20 de abril, se llevó a cabo la IV Marcha de la Cultura Popular, organizada por el grupo Tucumán Danza, en colaboración con alrededor de 16 agrupaciones que llevan adelante actividades culturales independientes.

El recorrido de la marcha, de una plaza hacia otra, es de 9 cuadras, pero comenzó a las 18 y no sabría acertar la hora de su fin. Es que la marcha, es más que eso: son cantos, bailes, poesías, murgas, sayas, payasos, bombos, sikus, estrellitas (sí, de esas con las que jugábamos en Navidad), tango, folclore, y más.

Fue también la bandera argentina que corría de un extremo a otro para cubrir los bocinazos impacientes de los autos ante los cortes de los marchistas. Fue también cruzar una iglesia y observar sus puertas cerrarse al paso de la cultura popular, vaya acto simbólico... no sea cosa que su rito sagrado se viera interrumpido o siquiera alterado.

Además, la marcha es gente. Sí, es mucha gente activa que abrió los ojos para pasar un domingo distinto. Salieron a jugar. Es gente que llevó su instrumento, es gente que llevó alegría, es gente que chifló, es gente que cantó, es gente que bailó, es gente que se entregó a la pista...

Qué bueno haber estado ahí. Desde aquí, mi pequeño homenaje.


12/04/2008

Migajas de pan

El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Electricidad, divino tesoro.
Coherencia y cohesión en lo reciéntemente enunciado? Sí. Analicemos por analogía, ya que lo dicho se presta al juego.

Propongo que pensemos en las necesidades creadas que la vida cómoda y burguesa que algunos llevamos "acarrea" consigo. Propongo que reconsideremos nuestra existencia a un lado de lujos como internet, como el agua corriente, como una cama con elástico y un par de medias y bufanda para cubrirnos del frío.
Pienso, también, en lo despreocupados que vamos por ahí dejando sobras, tirando migas, abriendo canillas y dejando el agua correr. Usamos una hoja tras otra, igual son borradores.

Vamos, que los recursos no se agotan! Vamos, que cada vez necesitamos más y aportamos menos (y hablo de la mayoría, pero no de todos).

Hablo, en fin, de reconsiderar cada una de nuestras prácticas rutinarias y reflexionar sobre nuestros modos de vida.

El día martes José y yo fuimos a desayunar. José no pudo tomar su café con leche. Él tomó te y yo también tomé te. Comimos tostadas y medialunas. Sucedió porque no había luz, José se puso de mal humor y terminó por comprarse un colchón (¿? - asociación ilógica aportada por la autora).

20/03/2008

Verde que te quiero ver

Antes que nada, esto es una avenida. Después, es todo lo que cruza por la mente del observador. Esto ambién soy yo, que quedé del otro lado pero estoy dentro mientras aprendo a jugar con las herramientas de la cámara (sin photoshop o similares aún).

Y aunque ya empiezo a sentir un poco gastado el discurso del optimismo que vengo vomitando últimamente, seguiré hasta que mis vísceras se desentrañen. Pero esta vez sale sin demasiado adorno: verde -esperanza, platabanda; larga y centrada no deja ver el final, rayitos entre nubes no pueden ser otra cosa que buenaventura. Mientras, alrededor los otros van y vienen a distintas velocidades.

Invito a los interesados, recorremos el camino?

07/03/2008

Estructuras sociales

He aquí, hermanos, la maravilla del ingenio humano. Contemplad.

Esto es bueno, hagámoslo. Esto es hoy. Y me pregunto cuánto dinero se habrá ido en algo de tamaña envergadura y me pregunto cómo y me pregunto qué y me pregunto cuándo y me pregunto por qué.

Pase la élite universitaria a las alturas, recréese en este locus amoenus y produzca, produzca. Produzca porque su sociedad la mantiene aislada para que la sostenga, porque su sociedad reconoce que no puede consigo misma desde adentro y necesita de un exoesqueleto privilegiado preparado para llevar adelante sus asuntos particulares.

Este es el monobblock masculino de la ciudad universitaria del Parque Sierra de San Javier. Vaya un acto fallido de varios funcionarios 60 años atrás. Vayan 53 años de inactividad y abandono. Pasen los turistas curiosos, pero cuidado! No olviden el pequeño cartel que advierte sobre la inseguridad de otro modo invisible a los ojos, claro. Y yo que andaba en busca de bellezas esenciales, principitos y rosedales.

Y claro, fue una moda que no duró. Pero había que probar, sino nunca se llega a nada. Y ahora? Y ahí vamos. Y ahí quedamos con una huella más que material del absurdo que nos convoca en la rutina cotidiana. Seguimos en busca de la memoria perdida, pero cuando encontramos impresiones de concreto pasamos de largo.

Algo huele mal en este ambiente, ayer me raspé dos veces con la misma rama.
 
 
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