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12/07/2012

Decisiones equivocadas

Las decisiones equivocadas nunca son las que una espera tomar. Tienen la suerte (buena o mala no se sabe) de existir siendo no queridas, más bien odiadas y generadoras de frustración y angustia.
Las decisiones equivocadas son un hecho cotidiano con el que, de mejor o peor manera (según el ojo que observe), buscamos aprender a lidiar. 

A veces, resulta que las decisiones (las equivocadas y las otras) tienen consecuencias que, a su vez, tienen consecuencias que generan efectos materiales en las vidas de las personas que toman las decisiones y también en las de quienes las rodean. Ahí, la joda es que ya no hay retorno y aparece el clásico "hacerse cargo", consigna ético-moralista bajo la que hemos sido criados quienes crecimos bajo el yugo de la cultura judeocristiana (la culpa no perdona).

Y así, la que en un principio era una de varias opciones... aquella por la que una creía solo correr un leve riesgo, de pronto se ve transformada en una bola que crece mientras rueda pisándonos los talones a una velocidad variable pero que, por lo general, no nos deja tiempo más que para dar uno que otro tropezoncito a paso ligero.

Yo? Soy torpe, tropiezo fácil y me equivoco. Aquí me encuentro, en plena búsqueda de aprendizaje, a la sombra de la bola gigante.

09/08/2011

Cosas que se van (versión 1)

Para no olvidar 


Hace uno o dos fines de semana decidí empezar a mudarme, me encontré grande para este espacio. Aunque siga sintiéndolo muy mío, me siento ajena a él. Me voy a ir.

Decidí que un buen primer paso, mientras voy consiguiendo con quién y a dónde, era limpiar. Y se fueron muchas cosas, fueron 3 días de duro trabajo emocional, fue un repaso obligado por los últimos diez años de mi vida, y un poco más atrás quizás también. Digo que fue emocional el trabajo porque, más allá de atravesar los días, las cosas y los sentimientos, tengo una tendencia compulsiva a coleccionar objetos y dotarlos de un valor sentimental que va mucho más allá del fin primero para el que fueron creados. En fin, que las cosas que estaban guardadas estaban guardadas por algo, y ahora ya no están.

Muchas cosas se fueron fácil, porque ya ni me acuerdo por qué las había guardado. Otras merecieron mi contemplación nostálgica de minutos largos, y repasos y repasos. Se fueron 7 bolsas tamaño consorcio, jamás pensé que mis placares tuviesen espacio para tanto. Sobrevivieron el libro que me escribió Angelita cuando nos mudamos a España, también la carpeta con cartas que me preparó Mailín, las postales de Tucumán que me mandó Ana cuando vivíamos por allá, la tarjeta de cumpleaños en euskera que alguna vez me mandó mi tía desde su tierra nueva y lejana, las acuarelas de Pedro, una carta que me escribí alguna vez que ni recuerdo, y  espera ser abierta en mi próximo cumpleaños, algunas fotos, los regalos más nuevos (de los últimos dos años) están casi todos. Las cartillas de museos, mapas, postales de lugares, revistas, calendarios, agendas  y todo aquello que contuviera imágenes ha sido recortado por mi tijera, lo rescatado pasó a mi cajita verde, donde guardo los motivos que después se convierten en las cajas-collage que suelo regalar.

Mi pasado negoció con mi presente. Resolvieron que un buen trato sería hacer un listado de aquellas cosas que se fueran de las que más me costara desprenderme. Ese listado reposaría en un documento word, a la espera de que por cada objeto se escribiera una historia, una anécdota: se reviviera un pedazo de ese pasado que hasta ayer ocupaba un lugar en mi placard. Lo curioso fue que el dichoso documento tuvo un devenir inesperado, quizás no casual: el sistema operativo se cerró inesperadamente un par de pares de veces, las recuperaciones de documento se ve que no fueron suficientes y mi memoria se niega a repasar el contenido de esas bolsas negras que hace días dejaron el hogar. Sobrevivió lo siguiente en la lista:

  • Entradas para New Order, Black Eyed Peas, Brahma Rock Festival (aquel glorioso 2003), Charly García, Fito Páez, Cadena Perpetua, Divididos, Los Piojos, Gran Valor Reggae, Loquero, Nerd Kids, Tiempo Suspendido, Adán Cabrón (Error primitivo).
  • El suplemento del ShowTime ACB de Málaga, la credencial de la Davis, algunas entradas viejas del Unicaja, una de un Argentina - Cuba de voley. 
  • Los papeles de presentación de Diego "el siberiano", de San Nicolás, y de Joseba, de Donostia. 
  • Mis tarjetas del bus malagueño, la de estudiante, la de la seguridad social, mi dni caduco también.
  • La piedra de las playas de Maro (Granada), la que me quedó del día que fuimos con el colegio a limpiar la costa y encontramos restos de ropa de gente llegada en pateras y una pareja hippie italiana que viajaba por el mundo, y todo era medio novedoso. El agua era muy transparente, el contraste de la ropa era una señal de alerta, allá por 2004. 
  • La sal de las Salinas Grandes (Jujuy) del viaje con Mailín en 2007.
  • Mi correspondencia con Charly, Juan Martín, Sebastián e Israel, de la era pre-face. 
  • Fotos
  • Los regalos de lxs exs. 
  • Algunas tarjetas viejas, ahora sé que desde peque ya era la Páter.

La limpieza todavía no ha terminado, las historias aún no se han escrito. El tiempo les dará su lugar (o yo). Entre tanto, busco vivienda. 

15/04/2011

Epílogo


Creo en ciertas cosas. Creo en los círculos que abarcan ideas y personas, caras familiares que se repiten una y otra vez, y que contienen. Porque los círculos son una curva cerrada sobre otra igualmente cerrada, un espacio de protección (incluso a veces pareciera que los círculos no dan lugar ni a entradas ni a salidas).

Los círculos, muchos, no tienen una buena imagen... y pienso en eso de los círculos viciosos, que roen y roen y roen y vuelven a roer la misma herida, que no termina nunca por cicatrizar. Algo así como tropezar todo el tiempo con la misma piedra.
El círculo da vueltas sobre un eje, y aunque éste cambiara, no cabría la posibilidad de alterar la forma, y Pi, número fijo, seguirá siendo parte de la fórmula universal que calcula la superficie de todos y cada uno de los círculos, por más variados que sean sus tamaños. Los círculos, y sus funcionamientos, resultan así bastante predecibles.

Es cierto que los círculos se cruzan con otros círculos y, entonces, es posible abrir espacio y entrar en una corriente nueva. Salir del círculo sin terminar de hacerlo, aunque sea para caer en nuevo círculo que, variante más, variante menos, ya sabemos que responderá a un funcionamiento similar, ya conocido.

Salir del círculo sin caer en la espiral, sin terminar ensimismándome en un punto que conduzca a la nada o que lleve al infinito. Cómo. Cortar con toda regla que anteceda la experiencia, borrar las etiquetas, los estereotipos, hacer a un lado la palabra ajena y que duela el cuerpo como tenga que doler para que se entienda como se tenga que entender. Sacar la cúpula de vidrio que mantiene mis castillos de naipes al resguardo del viento y, si tienen que caer, que caigan. Caminar al borde del precipicio, sobre una cuerda floja que solo me sostiene en la medida en que la tensión es constante en los extremos, saber que no hay redes de contención, olvidar el contrapeso, soltar, soltar, soltarme y caer al vacío hasta que se rompa la lente de las formas geométricas predefinidas y que todo se mezcle para volver a ordenarlo. Cómo correr riesgos.

23/03/2011

La ficha


Soñé que me masturbaba con un objeto. Ese objeto era de vidrio, frágil y transparente, y entraba pero no salía. Soñé que lo que salía era un hilo de sangre, pero yo no sentía dolor. Soñé que el objeto se rompía e imaginé las fracturas del vidrio dispersándose dentro de mí, seguí sin sentir el dolor.

Soñé que despertaba de un sueño con sangre entre las piernas y el recuerdo del vidrio y la excitación. Estaba en mi cuarto y me preocupaba manchar las sábanas, me preocupaba qué iba a decir de eso. Me preocupaba tener que pararme y caminar, con el riesgo de que los vidrios se incrustaran en mis órganos y el dolor, por fin, apareciera. 

No recordaba el momento en que el vidrio se había metido dentro de mí, recordaba la excitación pero no el sentimiento de placer y eso no me molestaba. Como no existía el dolor -sí el miedo a sentirlo-, tampoco me preguntaba qué era eso dentro de mí que había sido la causa primera del sangrado. Me desangraba por mi sexo, mi zona más vulnerable, y no podía frenarlo. 

Entonces desperté a un tiempo de los dos sueños, que cabían el uno en el otro, y me vi en la misma habitación. Las sábanas estaban limpias, mis piernas secas, y escuchar voces familiares de fondo calmó mi angustia. Después, pasaron las horas y los días y yo me fui olvidando, me acordaba de poco y de a poco. Hasta que un día comprendí.

15/10/2010

Hechos comprobados



-...inevitablemente te vas a enamorar de mí. Nos vemos luego.
- Es un desafío? Mirá que puedo no oponer resistencia.
- Es un hecho

Y así, caer. Con narices de payaso, copos de nieve, flores y corazones que van a explotar de tanto latir. Llenar un termo y compartirlo. Cuidarte y que me cuides. Buscar tu mano en el aire y, a veces, encontrarla. Aprender a saberte. Permitirme enojarme. Agotar tu paciencia. Reír.

Recordar la sorpresa, la duda inicial. Y el asombro, no perderlo nunca. Comprobar que no estamos hechas a prueba de lluvia. Un beso o dos, cada vez menos furtivos.

Dejarme llevar por esa luz tan tuya. Convencerte de que mis ojos solamente están ahí para mirarte. Abrazarte fuerte. Quererte tanto.

Y así, rodar.

28/09/2010

El tiempo que llevo volviendo

Quiero una imagen que sintetice los últimos 365 días de mi vida. Quiero una imagen que empiece el 28 de septiembre de 2009 y termine ayer. Quiero que sea una imagen estática que revele todo el movimiento del último año, el tiempo que llevo volviendo.

Volver, como si se saliera de una limpieza de cutis, airear los pulmones y aprender a respirar de nuevo el aire que respiraste antes, siempre. Encontrar todo igual y percibirlo tan distinto. Renovar la agenda, cambiar la rutina, hacerse una en los demás y en una, con los proyectos nuevos. El optimismo de pensar que antes no se podía porque el ángulo visual no daba, pero ahora por qué iba a fallar? Saberte diferente, aunque te vean igual.

Y los recuerdos del tiempo en que decidiste irte, cansada un poco de los días en meseta, con ganas de picos y valles. Y la vuelta, con el aprendizaje de que cualquier geografía espiritual corre el riesgo de dinamitarse a cada momento, y el paraíso se vuelve páramo. El optimismo fue la nota que sonó en tu cabeza cuando llegaste y aquí estás, un año después.

Me balanceo en la cuerda floja cada tanto, no sea cuestión de perder la costumbre, aunque nunca terminaron de simpatizarme las hamacas. Avanzo, hay una línea recta que hace de guía en el centro, la serpenteo y me desvío cada vez que veo a lo lejos la señal de Alto! Sonrío y sé que voy a demorarme más de la cuenta, he descubierto el poder de la lágrima y sus propiedades curativas. Andar lento no es detenerse, aunque a veces apenas note la diferencia.

Quiero esa imagen que no encuentro en mi archivo y apenas concibo en mi mente. Mientras tanto, un respiro.

20/08/2010

Mad world


Los acordes se repiten. Es la tercera vez que pongo play al reproductor. Empiezo a creer que este es un acto de martirio e insanía totalmente innecesario.

A veces las canciones se pegan a momentos concretos, y cuando las escuchamos pasa que no las escuchamos, volvemos a vivir esos momentos de alegría o de tristeza e, irremediablemente, entramos en sintonía con la melancolía. Este no es el caso, pero otras veces me ha pasado. Voy a poner play de nuevo.

Ahí va. El valor de esas frases universales, tan amplio el espectro de sentidos que abarcan, que una (yo) termina (termino) apropiándose (apropiándome) de ellas para aplicarlas a situaciones, a sentires únicos e irrepetibles. Ahí va la receta del éxito del hit, ahí van mis emociones desgarrándose entre paradojas. 

Hablo de mí entre paréntesis, justo cuando vuelve a llegar el final del tema que, si escucho una vez más, quizás estalle en lágrimas. Hago la prueba. No lloro. Sigo. The dreams in which I'm dying are the best I've ever had ("Los sueños en los que estoy muriendo son los mejores que alguna vez he tenido", según mi traducción) Qué frase más preciosamente trágica, el valor sensual de la paradoja que se presenta, en esta caso, como una verdad tan naturalmente aceptable porque... a quién no le ha pasado alguna vez? 

Cada párrafo empieza a tono, luego, en sus palabras, viajo tiempo atrás hasta que me fui. Escribo para sujetarme al presente que tengo y me gusta tener. A veces pienso que me voy a perder entre laberintos de palabras, imágenes y recuerdos, y me asusto cuando los límites entre una y otra esfera, entre uno y otro tiempo, se vuelven difusos. Me cuesta recordar que lo cierto es que nunca existió la claridad, salvo cuando quisimos ponerla ahí, como categoría operativa para movernos por la realidad más fácilmente. 

When people run in circles it's a very very mad world ("Cuando la gente corre en círculos es un mundo muy muy loco", otra vez yo). La canción que me encierra, me ofrece una salida. Existe la posibilidad de bajar la velocidad y, sobre todo, de echar andar por nuevas sendas. Nuevos caminos, basta ya de seguir mi propia huella. Stop.

Aquí, la banda de sonido que me acompaña: http://www.youtube.com/watch?v=W2SY9_rlGX4

22/07/2010

Un lugar llamado Lituania

Mi viaje a la semilla es largo. A la meta final se puede llegar por diferentes caminos que, encima, son todos sinuosos. Mis respuestas a las preguntas sobre mi pasado dependen, sobre todo, del momento del presente en el que me son hechas, y esto excede el hecho lógico y coherente de que a los 24 he sumado 10 años de historias que no podría haber contado a los 14, porque puedo asegurarles que mi imaginación y detallismo eran mucho más poderosos por aquellas épocas.

Sabemos, entonces, que, cuando hablo de la yo que fui, me reinvento y dejo una cota grande a la creatividad para que me haga ser quien soy por mí. Por ejemplo, cuando tenía 13 años vivía, para muchos de "los demás", en una familia perfectamente disfuncional: tenía un hermano compositor y otro ingeniero que se habían ido cuando yo era muy muy chica y no venían casi nunca, ni siquiera eran hijos de mi papá y no sabían de la existencia de mis hermanas que, aunque vivían con él, tampoco eran hijas de mi padre... Alguna vez le dije a alguien que él y mi madre habían bajado de un barco en el puerto de Buenos Aires conmigo, pequeña tanita recién venida al mundo, bajo un ala y un diccionario para entender español bajo la otra. Esta anécdota falsa presentaba dos puntos flacos que la hacían fácilmente desarticulable: por un lado estaba el error histórico de aproximadamente un siglo para que encajara con las historias de inmigrantes que se ve que en algún momento me hubiera gustado vivir, y por el otro, en mi ingenuidad púber, ignoraba que Tucumán es así de chiquito y resulta ser que, por consenso popular, todo el mundo conoce a todo el mundo. 

Como a los 15 o 16 tomé conciencia de que mi mundo tal cual era (o tal cual yo lo vivía, para ser más precisa) era narrativamente interesante, sólo había que arreglar el punto de vista de la narradora y focalizar en uno u otro aspecto según la audiencia de turno. Bastante rápido fue el paso en el que cambié las mentiras por los juegos de palabras y las risas. Con los años, comencé a preparar mi primer atado de ficciones autobiográficas de fuente histórica (o histérica, dependiendo de cómo se quiera juzgar) y los artificios imaginarios los reservé para mis espacios paralelos que nunca quise dejar desaparecer porque aún hoy son una fuente importante de energía y riqueza para mí. 

A los 24 me pienso a los 0 y... no me acuerdo. Apenas si guardo uno que otro lugar perdido para mis 2 años, palabras sueltas e imágenes familiares un tanto desorbitadas. Ya no recuerdo la primera vez que me trataron de mentirosa, pero de tanto habérmela acordado y repetido durante años, todavía puedo contarla como si sintiera viva la historia: no fue fácil tener 3 años, padre y madre homónimos y de idéntica profesión, y llegar a una guardería en la que la diversidad de nombres y oficios copara lugar, todo un cambio para mis estructuras mentales. 

No hay una genealogía válida tampoco, no podría ser escrita porque hace rato hicieron cortocircuito los cables y se cruzaron los deseos con las realidades, las búsquedas y los encuentros, el azar y la razón, los tiempos y los destiempos. Mi viaje a Lituania aún me lo debo, y como me he sabido tan cerca y tan lejos, por indecisión, es posible que mis ganas de llegar nunca dejen de ser. Lituania está ahí para mí como no lo está para nadie, es esa idea-refugio que alguna vez me inventé para proteger y resguardar mis ideales, mis ideotas, mis ganas, mis rencores, mis odios, mis amores imposibles, mis deseos por alcanzar, mi incomprensión, mi querer entender y todo aquello de lo que a diario preciso pero que no se tiene que acabar nunca jamás. 

Dejo este texto abierto porque no encuentro forma de darle un cierre, porque aunque quisiera aún no ha sido escrito, ni vivido, ni imaginado. He perdido el hilo y lo he reencontrado a lo largo de los párrafos y de las horas del día en las que esta ventana estuvo abierta, y quizás retome esta idea, entre otras, más adelante.

29/05/2010

Ay de mí cuando pienso en vos



Basta de tratarme así.

Y si no te escribo es porque no quiero, ya no me preguntes. Yo quiero, pero no puedo. Sos lo más posponible de mi agenda, con toda la horribilidad sonora de esa palabra. Porque no estás, porque sos una sombra de lo que fuimos que se quedó en la distancia. No tiene sentido la inmediatez del correo cuando los kilómetros se miden en miles. Me gustás, me gustaste desde que te vi mirarme y me miré mirándote y me encontré escapándome, para después volver a buscarte y encontrarte, al fin, esperándome.

Fue fácil emborracharte (emborracharme) con te de bergamota para después no tener que hacernos cargo de nada. Porque vos no tenías por qué, ni querías... y yo tenía todas las ganas. Desde entonces me tratás así. Esos modos tan políticamente correctos que encubrieron tu agresiva invasión incisiva. Yo me dejé colonizar muy fácil, para qué negarlo. Me convenciste de que te necesitaba en cada línea de tus alabanzas. Y las lecciones de geografía, entre tu inglés asuecado que iba entendiéndose con mi francés españolizado... y las lecturas, los colores, la poesía de las imágenes oscuras que pegaste en tu habitación. Fue buena mi decisión, no quise dejar marcas en tus paredes.

La consecución del deseo siempre se posterga. Vos nunca me dijiste que no, y lo sabés. Tampoco me dijiste que sí. Vos me dejaste hacerme a un lado cuando me aburrí, y te fuiste. Y entonces, la historia y la histeria se acabaron, porque vos y yo no fuimos más que un cruce contingente de caminos que nunca necesitaron encontrarse, aunque pasó. Todo lo que vino después, en mi opinión, está demás. No hay melodrama que valga. Basta de reclamos.

Si no te escribo es porque ni puedo, ni quiero, ni lo necesito. Te doy por informada.
Que tengas buenos días.

25/05/2010

Todo lo demás son presunciones



Vos sabés lo que me pasa cada vez que te veo? Bueno, no me pasa mucho, en realidad, porque cada vez que anticipo que te voy a cruzar, hago un ejercicio de pacificación interna que me da mucha calma y eventual equilibrio.

Antes y después estallo, pero mientras tanto estoy entera y juraría que vos ni te enterás. Sobre todo porque cuando estoy ahí, hasta yo me olvido. Mi cuerpo por ahí se acuerda, pero hasta que reaccione... podrían pasar mil años.

Creo que vos y yo no deberíamos vernos más a solas. Creo que vos y yo vamos a agotar muy pronto los temas de los que hablar (y entonces...?). Creo de vos y de mí que podríamos construir una amistad tan bonita... si tuviéramos ganas, creo que corremos ese riesgo. Creo que ni a vos ni a mí nos interesa demasiado. Creo firmemente que me estás buscando, que quizás no me deje encontrar, no aún. Creo que mientras mis ganas se crean dispersas, en diferido van a quedar.

Me presumo culpable de antemano. Ya no puedo decir que no haga nada porque lo siento en la pasividad de mis días, aunque suene contradictorio. Me gusta saberme en un presente de inocencia y sostener el juego de la complicidad de a dos. Esa complicidad que no significa nada, que a nadie incomoda demasiado porque nadie quiere, ni puede, hacerse cargo de ella. 

Antes y después estallo, pero el mientras tanto dura más de lo que se podría pensar. Y aquí estoy, y aquí presumo que estás. Yo no quería, pero desde afuera me convencieron de lo que en este instante parece evidente... 
 
 
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