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09/08/2011

Cosas que se van (versión 1)

Para no olvidar 


Hace uno o dos fines de semana decidí empezar a mudarme, me encontré grande para este espacio. Aunque siga sintiéndolo muy mío, me siento ajena a él. Me voy a ir.

Decidí que un buen primer paso, mientras voy consiguiendo con quién y a dónde, era limpiar. Y se fueron muchas cosas, fueron 3 días de duro trabajo emocional, fue un repaso obligado por los últimos diez años de mi vida, y un poco más atrás quizás también. Digo que fue emocional el trabajo porque, más allá de atravesar los días, las cosas y los sentimientos, tengo una tendencia compulsiva a coleccionar objetos y dotarlos de un valor sentimental que va mucho más allá del fin primero para el que fueron creados. En fin, que las cosas que estaban guardadas estaban guardadas por algo, y ahora ya no están.

Muchas cosas se fueron fácil, porque ya ni me acuerdo por qué las había guardado. Otras merecieron mi contemplación nostálgica de minutos largos, y repasos y repasos. Se fueron 7 bolsas tamaño consorcio, jamás pensé que mis placares tuviesen espacio para tanto. Sobrevivieron el libro que me escribió Angelita cuando nos mudamos a España, también la carpeta con cartas que me preparó Mailín, las postales de Tucumán que me mandó Ana cuando vivíamos por allá, la tarjeta de cumpleaños en euskera que alguna vez me mandó mi tía desde su tierra nueva y lejana, las acuarelas de Pedro, una carta que me escribí alguna vez que ni recuerdo, y  espera ser abierta en mi próximo cumpleaños, algunas fotos, los regalos más nuevos (de los últimos dos años) están casi todos. Las cartillas de museos, mapas, postales de lugares, revistas, calendarios, agendas  y todo aquello que contuviera imágenes ha sido recortado por mi tijera, lo rescatado pasó a mi cajita verde, donde guardo los motivos que después se convierten en las cajas-collage que suelo regalar.

Mi pasado negoció con mi presente. Resolvieron que un buen trato sería hacer un listado de aquellas cosas que se fueran de las que más me costara desprenderme. Ese listado reposaría en un documento word, a la espera de que por cada objeto se escribiera una historia, una anécdota: se reviviera un pedazo de ese pasado que hasta ayer ocupaba un lugar en mi placard. Lo curioso fue que el dichoso documento tuvo un devenir inesperado, quizás no casual: el sistema operativo se cerró inesperadamente un par de pares de veces, las recuperaciones de documento se ve que no fueron suficientes y mi memoria se niega a repasar el contenido de esas bolsas negras que hace días dejaron el hogar. Sobrevivió lo siguiente en la lista:

  • Entradas para New Order, Black Eyed Peas, Brahma Rock Festival (aquel glorioso 2003), Charly García, Fito Páez, Cadena Perpetua, Divididos, Los Piojos, Gran Valor Reggae, Loquero, Nerd Kids, Tiempo Suspendido, Adán Cabrón (Error primitivo).
  • El suplemento del ShowTime ACB de Málaga, la credencial de la Davis, algunas entradas viejas del Unicaja, una de un Argentina - Cuba de voley. 
  • Los papeles de presentación de Diego "el siberiano", de San Nicolás, y de Joseba, de Donostia. 
  • Mis tarjetas del bus malagueño, la de estudiante, la de la seguridad social, mi dni caduco también.
  • La piedra de las playas de Maro (Granada), la que me quedó del día que fuimos con el colegio a limpiar la costa y encontramos restos de ropa de gente llegada en pateras y una pareja hippie italiana que viajaba por el mundo, y todo era medio novedoso. El agua era muy transparente, el contraste de la ropa era una señal de alerta, allá por 2004. 
  • La sal de las Salinas Grandes (Jujuy) del viaje con Mailín en 2007.
  • Mi correspondencia con Charly, Juan Martín, Sebastián e Israel, de la era pre-face. 
  • Fotos
  • Los regalos de lxs exs. 
  • Algunas tarjetas viejas, ahora sé que desde peque ya era la Páter.

La limpieza todavía no ha terminado, las historias aún no se han escrito. El tiempo les dará su lugar (o yo). Entre tanto, busco vivienda. 

06/01/2011

Por qué será...


...que una imagen vale más que 1000 palabras?
...que tenemos una obsesión irracional por la perduración de las imágenes, de los objetos?
...que el miedo, la incomprensión y la incomunicación parecen ser las causas más frecuentes para el fin de las relaciones?
...que no ser egoístas, aunque sea en una mínima medida, resulta imposible?
...que me olvido? y no me acuerdo, aunque quiera y lo intente. 
...que siempre es más fácil definir por comparación y en contraste que buscar las propiedades específicas que hacen a un objeto, situación o sentimiento?
...que me salto los ejemplos cuando leo teorías?
...que no me acuerdo de los sueños y cuando me acuerdo prefiero olvidarlos?
...que a veces da la sensación de que la sensibilidad se va perdiendo de a poco?
...que necesitamos tanta protección? en todo y de todos.
...que a una noche de estrellas sigue un día de grises?
...que estoy tan cansada antes de empezar a leer o a escribir? 
...que cuando me enojo con Alguien o conmigo trato mal a los demás?
...que a la primavera le gusta ver estornudar a la gente con alergia?
...que las miradas fijas de los cuadros y las fotos persiguen obsesivamente a sus espectadores?
...que siempre queda más por conocer?
...que siempre hay algo que se puede mejorar?
...que una sonrisa o el calor de un abrazo pueden dar vuelta un día?
...que con los dedos de una mano cuento a quienes nos gustan los caramelos media hora y todavía se siguen fabricando?
...que las preguntas, las dudas y las inquietudes siempre superan a las certezas y las seguridades?

y así, un etcétera infinito de preguntas a las que aún no encuentro respuesta.

Y sin embargo se sigue... con el miedo, la incomprensión, los desvaríos, con la ilusión de que sí, se puede mejorar, que algún día algo más se llegará a entender y ganaremos certezas, para abrir la puerta a las dudas nuevas que siempre seguirán teniendo su tiempo para llegar.

20/09/2010

Acerca de cómo borré el mes 09 del calendario

Hay números que no me gustan. Y no hace falta una clase de numerología o un don Freud buceando en mi inconsciente para explicarlo. Hay números que, según la evidencia comprueba, no sé dibujar.
09 me resulta incómodo. 10 es sencillo y completo, 08 cae simpático por sus esferas asimétricas. 09 está ahí, entre lo demás y lo de menos. Casi llega, casi alcanza... pero no. Y no hay caso, me resisto a dibujarlo, lo anulo. He pasado 20 días, cada uno de ellos sin excepción, dibujando fechas equivocadas, profetizando un octubre al que le falta para llegar, teniendo que tachar los 1 y dibujando los 9 con rabia, un día tras otro. Un despropósito.

¿Será el número o será el mes? ¿Qué (me) pasa con septiembre? Hay flores monas, los días duran más, vuelan las colchas, hay hormonas en revolución enloquecida, hay olores de los ricos... bueno, y de los otros también, hay alergias, vuelve la transpiración, no llueve, odio la tierra, mis pelos comienzan a pararse en punta esponjosa con las primeros calores, todo el mundo se apura porque el fin de año está ahí, a la vuelta de la esquina y otro año que se ha ido y pareciera estar todo igual y la gente se empieza a desmoronar porque las metas no van siendo cumplidas y a veces caen a pedazos por los cambios y otras veces se desmoronan porque no preveían sus pequeñas caídas y me aturden, dejan de escucharse, y me aturdo y perturbo y paro de escucharme y no quiero saber que ya se acaba otro año más y menos que menos que otra primavera (estación de las maravillas para lo intenso y lo efímero) se nos escapa. Aunque ya sé que ni acaba de empezar.

Ansiedad, nunca me gustaron las transiciones. Otro despropósito.

05/09/2010

¿Dónde está el deseo?


Asfixia.
Es la sensación que conozco cada noche, como si fuera la primera vez, cuando me acuesto y mi pecho se cierra, busco la manera de hiperventilarme y siento más tierra que aire circulando en mi sistema respiratorio. Parte de la estación.

Raíz.
Es mi ancla, que sabe asirse al suelo que toca cuando le gusta, pero también tirar con insistencia hacia arriba cuando el aire se escapa, hasta que se leva o los bronquios se dilatan.

Voluntad.
Mi fuente de energía primaria, cuando escasea aprendo sobre la respiración anaeróbica y duermo... y duermo. Se dice autosuficiente, pero un análisis más minucioso muestra que se nutre de los afectos del entorno, de la luz del sol, de las satisfacciones del pasado-presente y de las expectativas futuras.

Sentidos.
Vías de percepción y transmisión de impulsos nerviosos que a veces generan placer, y otras no. Mis preferidos, el tacto y la vista. Ojo! Las imágenes táctiles y visuales pueden ser portales de acceso a oasis de oxígeno que, muchas veces, no son más que espejismos.

Deseo.
Ahí voy yo, cuestarriba-cuestabajo. A veces parece que cambio de rumbo como veleta, que me aburre la vida de meseta y necesito correr al borde del abismo. Levar anclas, hacerme eco de la voluntad que reclama dejar los espasmos para otro momento y salir en busca del oxígeno. Ahí va el deseo, furioso, impertinente, sagaz, más por la sombra que por la luz, copando un espacio y vaciando otro, doliendo en angustias pequeñitas, casi imperceptibles por lo salteadas. El deseo se constata en la falta, y la voluntad persiste.

26/08/2010

A mí no me gusta la poesía


En un arrojo de confianza con mi público lector, voy a contar un secreto de esos inconfesables: a mí no me gusta hablar de literatura. 

Es una moda que se instaló en mi vida en el momento en el me sentí dentro de la marimba de la carrera de la que todavía no me puedo desprender, Letras. Quizás forme parte del complejo de salmón que me diagnosticaron hace años, pero no, no lo soporto, y a veces me causa reacciones alérgicas. 

Lo detesto y, además, no sé prácticamente nada del tema. Me olvido, es un mecanismo de defensa automático. Vuelvo a casa y la biblioteca está plagada de libros que leí o quiero leer, y cuando se produce el acto juro que lo disfruto, que me genera placer, y hasta sensaciones orgásmicas podría decirse de algunos casos. Pero no, no me entusiasma hablar de literatura. Soy una persona bastante egoísta con ciertos placeres personales. 

Me gustan los testimonios, me gustas las vueltas antropológicas, las miradas sociológicas, los giros con uso social de base literaria. De eso puedo escribir, de eso puedo charlar, me emociono, me apasiono y lo comparto. En eso me vuelco, ya no es hablar de literatura para mí. 

No me pregunten por las últimas tendencias, no me pidan recomendaciones... nunca le pego. Soy una pésima celestina del arte de las letras, un fracaso total. 

No se espere eso de mí, a nadie le gusta decir que no, y a veces cansa exhibir la propia ignorancia. Letras es más que los cuentos de Cortázar y Borges, que la novela policial y el último Nobel. Letras también tiene otras escrituras, otras voces y muchas objeciones. Además, y por último, no me gusta, y punto. 

20/08/2010

Mad world


Los acordes se repiten. Es la tercera vez que pongo play al reproductor. Empiezo a creer que este es un acto de martirio e insanía totalmente innecesario.

A veces las canciones se pegan a momentos concretos, y cuando las escuchamos pasa que no las escuchamos, volvemos a vivir esos momentos de alegría o de tristeza e, irremediablemente, entramos en sintonía con la melancolía. Este no es el caso, pero otras veces me ha pasado. Voy a poner play de nuevo.

Ahí va. El valor de esas frases universales, tan amplio el espectro de sentidos que abarcan, que una (yo) termina (termino) apropiándose (apropiándome) de ellas para aplicarlas a situaciones, a sentires únicos e irrepetibles. Ahí va la receta del éxito del hit, ahí van mis emociones desgarrándose entre paradojas. 

Hablo de mí entre paréntesis, justo cuando vuelve a llegar el final del tema que, si escucho una vez más, quizás estalle en lágrimas. Hago la prueba. No lloro. Sigo. The dreams in which I'm dying are the best I've ever had ("Los sueños en los que estoy muriendo son los mejores que alguna vez he tenido", según mi traducción) Qué frase más preciosamente trágica, el valor sensual de la paradoja que se presenta, en esta caso, como una verdad tan naturalmente aceptable porque... a quién no le ha pasado alguna vez? 

Cada párrafo empieza a tono, luego, en sus palabras, viajo tiempo atrás hasta que me fui. Escribo para sujetarme al presente que tengo y me gusta tener. A veces pienso que me voy a perder entre laberintos de palabras, imágenes y recuerdos, y me asusto cuando los límites entre una y otra esfera, entre uno y otro tiempo, se vuelven difusos. Me cuesta recordar que lo cierto es que nunca existió la claridad, salvo cuando quisimos ponerla ahí, como categoría operativa para movernos por la realidad más fácilmente. 

When people run in circles it's a very very mad world ("Cuando la gente corre en círculos es un mundo muy muy loco", otra vez yo). La canción que me encierra, me ofrece una salida. Existe la posibilidad de bajar la velocidad y, sobre todo, de echar andar por nuevas sendas. Nuevos caminos, basta ya de seguir mi propia huella. Stop.

Aquí, la banda de sonido que me acompaña: http://www.youtube.com/watch?v=W2SY9_rlGX4

22/07/2010

Un lugar llamado Lituania

Mi viaje a la semilla es largo. A la meta final se puede llegar por diferentes caminos que, encima, son todos sinuosos. Mis respuestas a las preguntas sobre mi pasado dependen, sobre todo, del momento del presente en el que me son hechas, y esto excede el hecho lógico y coherente de que a los 24 he sumado 10 años de historias que no podría haber contado a los 14, porque puedo asegurarles que mi imaginación y detallismo eran mucho más poderosos por aquellas épocas.

Sabemos, entonces, que, cuando hablo de la yo que fui, me reinvento y dejo una cota grande a la creatividad para que me haga ser quien soy por mí. Por ejemplo, cuando tenía 13 años vivía, para muchos de "los demás", en una familia perfectamente disfuncional: tenía un hermano compositor y otro ingeniero que se habían ido cuando yo era muy muy chica y no venían casi nunca, ni siquiera eran hijos de mi papá y no sabían de la existencia de mis hermanas que, aunque vivían con él, tampoco eran hijas de mi padre... Alguna vez le dije a alguien que él y mi madre habían bajado de un barco en el puerto de Buenos Aires conmigo, pequeña tanita recién venida al mundo, bajo un ala y un diccionario para entender español bajo la otra. Esta anécdota falsa presentaba dos puntos flacos que la hacían fácilmente desarticulable: por un lado estaba el error histórico de aproximadamente un siglo para que encajara con las historias de inmigrantes que se ve que en algún momento me hubiera gustado vivir, y por el otro, en mi ingenuidad púber, ignoraba que Tucumán es así de chiquito y resulta ser que, por consenso popular, todo el mundo conoce a todo el mundo. 

Como a los 15 o 16 tomé conciencia de que mi mundo tal cual era (o tal cual yo lo vivía, para ser más precisa) era narrativamente interesante, sólo había que arreglar el punto de vista de la narradora y focalizar en uno u otro aspecto según la audiencia de turno. Bastante rápido fue el paso en el que cambié las mentiras por los juegos de palabras y las risas. Con los años, comencé a preparar mi primer atado de ficciones autobiográficas de fuente histórica (o histérica, dependiendo de cómo se quiera juzgar) y los artificios imaginarios los reservé para mis espacios paralelos que nunca quise dejar desaparecer porque aún hoy son una fuente importante de energía y riqueza para mí. 

A los 24 me pienso a los 0 y... no me acuerdo. Apenas si guardo uno que otro lugar perdido para mis 2 años, palabras sueltas e imágenes familiares un tanto desorbitadas. Ya no recuerdo la primera vez que me trataron de mentirosa, pero de tanto habérmela acordado y repetido durante años, todavía puedo contarla como si sintiera viva la historia: no fue fácil tener 3 años, padre y madre homónimos y de idéntica profesión, y llegar a una guardería en la que la diversidad de nombres y oficios copara lugar, todo un cambio para mis estructuras mentales. 

No hay una genealogía válida tampoco, no podría ser escrita porque hace rato hicieron cortocircuito los cables y se cruzaron los deseos con las realidades, las búsquedas y los encuentros, el azar y la razón, los tiempos y los destiempos. Mi viaje a Lituania aún me lo debo, y como me he sabido tan cerca y tan lejos, por indecisión, es posible que mis ganas de llegar nunca dejen de ser. Lituania está ahí para mí como no lo está para nadie, es esa idea-refugio que alguna vez me inventé para proteger y resguardar mis ideales, mis ideotas, mis ganas, mis rencores, mis odios, mis amores imposibles, mis deseos por alcanzar, mi incomprensión, mi querer entender y todo aquello de lo que a diario preciso pero que no se tiene que acabar nunca jamás. 

Dejo este texto abierto porque no encuentro forma de darle un cierre, porque aunque quisiera aún no ha sido escrito, ni vivido, ni imaginado. He perdido el hilo y lo he reencontrado a lo largo de los párrafos y de las horas del día en las que esta ventana estuvo abierta, y quizás retome esta idea, entre otras, más adelante.

11/06/2010

Elige tu propia aventura



Y así fue como empezamos a recuperar la eternidad que habíamos pasado juntos sin conocernos. 

Es solo cuestión de química. Y eso se sabe en un cruce de palabras, o de miradas. Y pasó que nos cruzamos por primera vez en una esquina, nos reconocimos y echamos a andar. El mundo se hizo chico cuando lo recorrimos a lomo de patineta, una y otra vez, en una tarde, en una plaza, en un barrio cualquiera. 

Usar esas palabras, que son claves que despiertan cadenas de imágenes, recuerdos, sonidos y sensaciones en general, que van a cruzarse con las del otro, que está ahí en frente usando la palabra que es clave. Y el sentido es el que una quiere que sea, y el otro consensúa en un gesto, y al revés vuelve a empezar. 

La ilusión de la totalidad, por muy efímera que sea, es incomparable. El sentimiento de encontrar en un primer zarpazo a ese alguien que es como una, que nos identifica, que nos entiende. Sucede que a veces las explicaciones están demás porque la identidad es tal que las experiencias parecen las mismas... o taaan parecidas.

Y si vos estuviste ahí y me viste tal como yo quise que me veas? Y si vos sentiste eso que yo también y con la misma intensidad? 
Y luego, narciso: "quizás un día llegue en que la ilusión no se desvanezca". 
Y luego, las voces: "quizás un día llegue en que la ilusión se resquebraje y se produzca el encuentro".

Elige tu propia aventura.

22/05/2010

Por gente como vos, mi mundo está como está


Me acuerdo del golpe del baúl cuando lo cerré con furia después de haber guardado la guitarra. Me acuerdo de mi furia y mi mal humor. Me acuerdo de que esa noche fue la primera vez que renuncié a algo en lo que había creído con convicción. Tenía 16 años y estaba en la puerta del colegio.

Sé que vos no me estabas esperando. Me lo han dicho tantas veces desde entonces y hasta ahora que es casi un cliché en mi vida el meterme en la de los demás cuando nadie me llama, pasa que me dan paso. Igual, vos me miraste y yo te miré (o yo te miré y vos me miraste, el orden ya da igual). Nos miramos y nos seguimos en un revés de las cabezas que duró poco pero fue suficiente. Volví a mi furia, que ahora alternaba con momentos de pequeño gozo buscando tu mirada cómplice en la distancia. La situación me divertía, y ya me había olvidado de que estaba esperando a alguien que no llegaba.
Fue cuestión de 15 minutos, te acercaste me preguntaste por mi remera, te respondí, te prometí algo, cambiamos emails, nos despedimos. Después, más tarde, te vi de la mano de ella y a mí me vi de la mano de él y entonces las cosas recobraron su orden natural. Yo presenté la renuncia y me volví temprano a casa. Estaba harta, pero contenta: el oasis de las sonrisas que me ayudaste a conseguir. 
Tres días después tocaste el timbre de mi casa, dos más tarde, ella y él volvieron a saber de la soledad, y en el séptimo día el cielo y la tierra se unieron en una noche infernalmente larga, entre tránsitos pedestres y charlas sobre música, ideas y revoluciones, con los primeros acordes metálicos de fondo que yo empezaba a reconocer. La terminamos juntos. En realidad, fue nuestro comienzo. 

Nunca supe cuándo terminé de estar con vos. Porque es cierto que un día, tiempo tiempo tiempo después, me fui, que el final estaba anunciado casi desde el momento de la unión (otro de mis clichés), pero no era un final elegido ni provocado por nosotros. Y la seguimos, y nos dejamos, y nos reencontramos -porque volví-, y nos volvimos a dejar, y empecé otras aventuras y las dejé, y te reencontré... y en algún punto la primera persona plural se volvió singular. La precisión del momento es lo de menos, pasaron años sin que pudiera desprenderme de la idea platónica que inventé de nosotros. Efecto de los recuerdos que, por mucha conciencia que haya de que engañan y distorsionan, no pierden su poder. 

Hace unas semanas un café azaroso nos encontró de frente, y los temas fueron los de siempre. Todavía queremos salvar el mundo, y el mundo se nos hace cada vez más grande e inabarcable, aunque por momentos parece pequeño y sujetable. Maldito mundo en contradicción que no entiende que nuestra conquista será por su bien. Nos prometimos más cafés, te prometí un libro (todavía lo tengo separado), me prometiste algo más que ya no recuerdo. Seis años después de un probable fin a la primera vuelta, te sentí bien, te sentí completo en tu incompletitud, y te vi con ganas de estar como estás. Vale mi confesión, es la primera vez que te veo y no me invade la inquietud del "qué hubiera pasado si...". Me sentí bien a mí con vos así. No voy a terminar en la cursilería de decir que el encuentro fue un cierre de lo viejo y que ojalá que sea el comienzo de una nueva forma de relacionarnos... pero sabé que lo pensé. 

No se me ocurre final mejor: Es por gente como vos que el mundo está como está: un poco menos peor de lo que podría ser; con espacios alternativos que hacen pequeñas revoluciones todos los días en las cabezas y en las esquinas, en las plazas y los escenarios, en la facultad y entre los amigos; donde el egoísmo y la egolatría pasan a un segundo plano en pos de la empatía del aprender a compartir, aunque reconozcamos que a veces mueve el narcisismo de creer que se hace el bien. Salud por eso, por nosotros, y que nunca falte la alegría. 

17/05/2010

Sal solcito



Tiempo de calma, el invierno. Tiempo usual de soledad para mí, momento para poner el cuerpo a tono con la última tendencia en defensas y protecciones: los abrigos, las bufandas, los guantes, los pasamontañas, los gorros y las orejeras. Este año, todo parece preparado para ser diferente.

El sol se hace corto, cuando aparece. Yo me (le) río y me invento rutinas nuevas en calendarios a medio usar. Dejé la agenda en el cajón, no aprendimos a convivir. Compré un cuaderno de hojas lisas, pequeñito, sin cajas, ni renglones, ni marcas para las fechas o los números, liso hasta la náusea. Las páginas se escriben sin un orden claro. No, las páginas las escribo yo (aunque a veces me olvido), y pasan y pasan.

Reviví muchos músculos: las carcajadas no me abandonan, y eso que los pronósticos no son auspiciosos en varios flancos. Vamos, que no me quede con las ganas.

Las ganas. Mis ganas me van a traer problemas, lo presiento en ciertos indicios que por momentos afloran y se escapan entre miradas perdidas y una complicidad que se oculta en la comisura de unos labios que me gusta mirar, sobretodo cuando me sonríen. Las palabras se mezclan con la chispa de unos ojos pícaros que miro cuando me ven, y otras veces también. Y así, no se la pasa tan mal entre los días fríos. Las ganas, las mías, me dan calor cuando me dirigen, y este año no se miden.

Llega el invierno y me mueve la primavera. Bienvenidas las mariposas.

10/05/2010

Se disfruta

Mi vida a veces puede ser una gran carcajada. Y es mejor así, sin imágenes ni mil palabras. 

04/05/2010

Los sentidos, mis sentidos

Lo siento. Lo siento tanto. Y es algo corporal que me atraviesa viceralmente.
Naturalmente, tiendo a decirme dueña de seis sentidos, y el sexto está ahí, es ese transversal que surge de la combinación de uno y otro sentido, de todos, de algunos y se me mete como línea oblicua que serpentea dentro llenándome de chuchos y escalofríos.

Primero, pensé y sentí que mi mirada era lo fundamental. Yo era en mi mirada: era mi arma, mi comunicación, mi espacio de recreación, mi puente hacia los otros, mi manera de ruborizarme, de marcar enojos y rencor, mis indiferencias, mi extensión, mi caña de pescar, mi negación, y por eso, ante todo, yo era en mi mirada estando sin estar. Porque mi cuerpo no se metía, jamás... hasta que el territorio no fuera digno de ser creído tierra firme, un lugar seguro.

Inevitablemente, tuve que matarme. Un sentido figurado, claro, como cuando se habla de matar al padre. Mi aniquilamiento fue la supresión de mi visión, el ejercicio consistió en prescindir de ella, de sus modulaciones, y hacerme ser y estar, así, todo en conjunto, de otros modos. Me vi en apuros, tuve que aprender a hablar y a descubrirme en mi diversidad. Entendí que me gustan los sabores de la gente, pero para eso, antes, fue necesario empezar a probarlos, entonces noté mi falta de olfato y mi incapacidad para anticipar ciertos sabores que quizás no me hayan sido tan gratos. Empecé a escuchar más, aunque eso siempre me había gustado, el cambio fue el implicarme en la escucha, acercarme para estar.

Luego fue el tacto. Y ese fue el punto de inflexión, el lugar del no retorno. Me gusta tanto tocar, y es algo tan pero tan ajeno a mi naturaleza, tan aprendido pero tan sentido desde el fondo de mí. Así que ahora toco, y mucho, pero no a cualquiera. No hay modo de tocar sin estar (estar en riesgo permanente, desde mi sociopatía). Me gustan las asperezas, las suavidades, sentir una después de otra en la misma piel, palpar costras y cicatrices, sentir los cabos de una cabeza recién rasurada. Me gusta tocar las comisuras de los labios, mirando a los ojos bien de cerca, bien desde adentro... pero eso he preferido guardarlo para unos pocos selectos. Me gustan las sonrisas en las caras de mis tocados.

Creo que ese es mi sexto sentido, el más explosivo de todos. El que sale de la combinación de mi tacto y mi mirada, pero que solo se descubre a sí mismo en el momento preciso en que yo me descubro a mi misma develada. Todavía no he avanzado tanto, es en ese espacio, que dura milésimas de segundos, que vuelvo a retrotraerme al tiempo viejo del caracol y marco distancia, y de pronto ya no estoy.

23/04/2010

cortarse sola

ella me  dijo que yo le dije que ya era tiempo de que hiciera algo. que hiciera (hacer, hacer, hacer), accionarse, moverse, ocuparse. ella dice que yo se lo dije pero yo digo que no me lo dije, aunque quizás sí se lo dije. me lo digo ahora, cuando ella me cuenta que miro desde afuera y ya no giro, o es ella la que ya no gira.

yo hablo de círculos que se mueven como espirales hacia dentro y hacia afuera, que se cruzan, que se envuelven, que se chocan y se separan. hablo de círculos mayúsculos y de círculos pequeños, y hablo de la gente que pasa por las esferas y que imprime sus huellas y se deja llevar y me lleva, o me llevo en ellos. y cada vez más me siento gurú de manual de autoayuda que usa un lenguaje polivalente y aplicable a la situación de turno de cada cual en su vida y circunstancia, como si algo en este mundo fuera universalizable. así no pienso.

me desfiguro. me fui a descansar.

20/04/2010

Me enamoré una vez

y muchas otras más. Pasa que soy lo que suele definirse como enamoradiza. No soy una adicta, pero es que... sarna con gusto no pica.

Te acordás cuando nos conocimos? Sí, esa siesta de junio después de clases, cuando me llamaste por mi nombre y yo me enojé porque no me gusta que me conozcan sin conocer yo. Me acuerdo de la calcomanía de tu carpeta, mi excusa para charlarte. Y un banco en una sombra en un patio con gente que iba y venía nos hizo de mesa de café, porque antes no había merenderos.

Ja, claro que a la noche fue el msn, después de una tarde sellada con un citric en la parada del colectivo que está en un punto medio entre nuestras casas. Porque para entonces ya sabíamos que vivíamos a 5 cuadras, que habíamos ido al mismo colegio, que cursábamos la misma materia, que leíamos los mismos libros y escribíamos distintas poesías, aunque las hablábamos en bares parecidos.

"Manuscrito hallado en un bolsillo" se cruzó con los Fragmentos de un discurso amoroso al día siguiente. Y los apuntes de historia quedaron en la mesa de la habitación que ya compartíamos, mientras nosotros nos echamos a mirar el cielorraso y después... Sí, ese después no me lo olvido más. Pasa que nadie nunca fue así de transparente conmigo. No me acuerdo exactitudes, pero sí de tu Te amo, no sé si antes, no sé si en 5 minutos, pero en este momento te amo.

Claro que te creí, aunque no pudiera corresponderte. Pasa que ahí no estaba mi amor, pero sospecho que eso siempre lo supiste. Después se rompió el hechizo, y yo por suerte no era ni princesa ni sirvienta, así que no me dejé ninguna prenda olvidada y me fui yendo de a poco, mientras vos te ibas andando también. Hoy guardo tu libro en un estante de mi biblioteca y cada vez que lo leo, te veo y nos recuerdo en esas 24 hs de enamoramiento, que no podrían haber sido nunca más de las que fueron.

13/04/2010

Siempre fui un caracol


Es que me hago un ovillo dentro de una caparazón y me muevo de forma casi imperceptible, a menos que me pateen o me ladren. Cuando me patean, me rompo. Cuando me ladran, me paralizo.

Pasa que saco las antenas para tomar del sol y ututear por los alrededores. Pero después, me guardo, miro desde dentro, y sólo eventualmente me pongo en juego (cuando me permiten ir a mi ritmo).

Es mentira, yo no soy así. Pero hay momentos en que no puedo evitar sentirme de esta forma. Sale el sol, oscurece, y vuelve otra vez a salir. Y pasa, y la miro, y muevo los labios para hablar, pero no, para qué. Para que diga que sí. Sale el sol, oscurece, y vuelve otra vez a salir. Y pasa, y la miro, y muevo los labios para hablar, y hablo. Me dice que sí. Pero igual, no sé. Vuelvo adentro.

Y así, está claro, ni yo percibo el movimiento.

31/03/2010

Salud a mí


Hace 2 años, cuando saqué esta imagen , el único elemento que tenía algo que ver con la suerte, en esta habitación, eran esos dados. Hoy, mi llavero cuenta con la presencia de un duende que me resguarda de malos presagios, una de mis repisas alberga a una gallina de cresta transparente con un dado naranja en su estómago y, recientemente, se sumó al paisaje una lechuza diminuta, por si las moscas.

Enrique sigue igual, ya no lo descuelgo de la ventana que le fue asignada, la que mira al norte. En la que da hacia el sur está Sveo, otro inmigrante ilegal, de origen dudoso, pero que llegó a la casa en un vuelo procedente de Suecia, tras hacer escalas más o menos prolongadas en España, Francia y Buenos Aires.

Los perros se separaron. Es que creí que había hallado al amor de mi vida sentado en un bar, esperando a que yo me acercara a conquistarlo con las pocas palabras de euskera que sabía. A los pocos meses recordé que yo no creía en amores de la vida, y reconocí que quizás había sido un poco precipitado ceder uno de los canes bajo la promesa de un futuro reencuentro.

La rosa sigue estando sujetada por los delfines, sólo que ahora la acompaña otra flor, aún más artificial, que se sumó en algún punto del recorrido. La rana se se ubica al lado del perro solitario, y comparte espacio con la gallinita, una ardilla cosmopolita, un toro malagueño, un pequeño trol sueco, un tigre vasco y una zarigüella noruega que está lista para zambullirse en la pileta.

Sumé un estante de medios de transporte. El original es un modelo que se parece a Bonky Boo, ahora lo acompañan un tradicional Ford A de madera y un botecito de Playmovil capitaneado por un pirata y su secuaz, un granjero. Alguien se dio cuenta de que me gustaban las ovejas (me fascinan), y, como es imaginable, ya hay un par dando vueltas por ahí.

Veo más colores, algunos cerámicos, una paleta improvisada en telgopor con restos de témpera fucsia y verde. Al otro lado de la habitación, una lámpara de pie turquesa que suele hacer las veces de perchero. Tengo un vaso plástico con estrellas rosas flotando en sus bordes y un pato de hojalata que anda en bicicleta cuando le doy cuerda.

El resto lo guardo en cajas de zapatos vacías. O son papeles entre los libros, que también crecieron en cantidad.

Mariana, mucho gusto. Casi 24 años de edad

18/03/2010

Yo soy público



Acá, mi lugar. No necesariamente en la sombra, ahí.
Porque sin público no hay espectáculo.

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Nuevo diseño. Quizás quizás, nuevas formas. Las cosas están cambiando.

01/03/2010

Hoy soy paloma

Y es una frase con sentidos múltiples, lo acotamos.

Sabés cómo me siento? Blanco perfecto de estafas, estoy aquí para vos. Vení, engañame, yo te voy a creer. Es que tengo ganas, y además lo necesito. Dale, en serio, vos confiá en mí, yo voy a confiar en vos. Lo que sea con tal de tener en qué creer. El silencio me perturba. El vacío también.


07/02/2010

Ayer pasé por tu casa

Acá estoy parada dos pisos abajo de uno de los lugares en que más tiempo pasé en los últimos cuatro meses.

A veces tengo sensaciones que se parecen a profecías, porque mis primeras impresiones con la gente y los lugares deciden por mí dónde voy a volver a pisar o en los brazos de quién voy a dejarme caer. Cuando llego a un lugar y me siento cómoda, sé que voy a volver, sé que quiero volver. Por eso, cuando llegué aquí, supe que había una historia por escribir.

Dos pisos más arriba, hice pie y me anclé. Te conocí, me conocí y me reconocí. Nos conocí. Acepté probar de acompañarnos, me dejé llevar, me impacienté, te seguí, me enojé, te enojé, te seguí siguiendo, te escribí, te leí, cantamos, rezamos, lloramos, hablamos, reímos más. Te quise distinto, te amé. Y me amaste. Me fui dejando a mí por los rincones, me fui llevando imágenes de colección que no se van a borrar.

Y hoy te escribo en pasado, pero mis sentimientos están en presente.

A veces intento pensar qué hubiera pasado si nunca me hubiera atrevido a subir esos dos pisos, pero pasó tanto en tan poco, que no hay lugar para titubeos.

Hoy te vas y yo te veo partir y paso por la planta baja del lugar en el que tantas veces fui feliz y me acuerdo de vos y todavía tengo eso que estaba ahí la primera vez que fui. Sigo mi camino, no tiene caso detenerme ahora.

Queda el dulce optimismo, la incerteza de no saber.

27/11/2009

Arrorró


Recto, derecha, recto, izquierda, recto, curvado, recto, a través. Son los pasos imaginarios que di esta medianoche mientras me mojaba a la espera de mi Mercedes con chofer público (y que viva el 118!). La comparación pertinente fue con un modem inalámbrico, el recorrido de su señal. Líneas rectas con el súperpoder de atravesar paredes a costa de su debilidad. Pensé que de pequeña hubiera querido ser módem, y volví al área de la señal que cruza fronteras.

Caminé imaginariamente buscando conexiones que no están, que no son, que no hay, que no quieren ser. Y vi líneas curvas casi rozando las paralelas que ya estaban. Casi, pero no. Resultó que eran dos caminos distintos, sentidos dispares.

Después, me dolió el pecho. Pensé que eso no tenía nada que ver, pero el dolor se volvió cada vez más agudo y punzante. Una vez más, corroboré que no fuera sobre mi lado izquierdo. No. Seguí.

Empecé a pensar, porque hasta ahora volaba. Y vi caminos más cercanos, pero también cada cual más separado del anterior. Entonces, noté que la metáfora hacía rato que se me había escapado de las manos y que ya estaba en la "etapa estúpida" que antecede a mi sueño.

Pensé en el sepia, a modo de postal-recuerdo de lo pasado, querido, ideado y reñido. Lo adjunté. Escribí.

Me dormí.

Todo esto, con el constante acompañamiento de la lluvia finita que mece montañas.
 
 
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