
Esta mañana recordé este pequeño desliz de mis pensamientos. Me tomé cinco minutos para terminar el escudo de defensa iniciado que viene a reforzar la ilusión de mi libertad, helo aquí.
Dadas las circunstancias, me veo en la obligación de hacer uso de los valores atemporales y ahistóricos que desde pequeña me enseñaron que tenía el presente. Es así como produzco el reordenamiento de la concepción judeo-cristiana occidental del tiempo: ¿es acaso posible concebir un presente en simultáneo con otros presentes (mi pasado y mi futuro, pero vistos en otros términos), es decir siendo éste extensivo a todos los hechos que, siguiendo la linealidad cronológica del calendario, acontecieron y también a aquellos que podrían acontecer?
Mi impresión, una vez más, es genuflexa. Sin embargo, no perdamos de vista que esto es sólo así porque a mí me conviene. De momento, gozo de demandas atrasadas y de necesidades futuras que me asaltan, todas a un tiempo. Un presente siempre a punto de saciarlas, un presente siempre a punto de dejarlas partir.