
Así es como el año empieza para mí, a la conquista de territorios lejanos, en un desierto de cemento donde los cardones asoman en cada balcón citadino.
La ciudad es rara: homenaje a Duchamp, exposición de Miró, la obra de Bony y los enanos de jardín en el Museo de La Ciudad. La ciudad condensa y parece que el aire se lo llevaron los veraneantes a la playa. La ciudad subió los precios y la gente se queja de sus alquileres e impuestos. La ciudad asusta: hay muhos cartelitos que piden respeto y todavía más jaulas que impiden entrada y apoyan salidas.
Hay enanos en lo alto, gobiernan. Hay enanos en lo bajo pero deben estar durmiendo... o se fueron de vacaciones. La ciudad ya no está tan buena. El museo y su colección diminuta parecen un extracto bastante acertado, a mi juicio, de lo que vamos dejando que nos quede.
¿Que nadie despierte a los niños dormidos?