21 de febrero de 2010

De un duende y mi mente enana

Este es mi ángel de la guarda. Gesto socarrón y burlón, sobre el respaldo de mi cama. Su compañía no es ni dulce ni salada. Tampoco molesta ni divierte.

Nuestra relación en los cinco años que llevamos juntos ha sido la de dos viejos compañeros ha quienes las circunstancias de la vida obligaron a compartir camino. No nos llevamos bien, tampoco mal. Es evidente que no nos queremos y que las actividades del uno no le hacen la más mínima gracia al otro. El sentimiento es mutuo.

Yo no lo colgué en la pared. Fue mi madre, en un intento por conciliar nuestros intereses disímiles. De cualquier modo, fue vano. Él se encuentra en su lugar y yo en el mío, medio metro por debajo. No se trata solo de que nuestros intereses no sean compatibles entre ellos, es que, además, ninguno de los dos está dispuesto a negociar y/o discutir su forma de estar en el mundo. Cada cual vive encasillado en su terreno, con sus objetivos diarios, y apenas si nos preocupamos por recordarnos la convivencia y pensar que, quizás, ese otro podría tener alguna necesidad de nosotros. Yo velo por mí, tu vela por ti.

Tengo el pleno convencimiento de que me roba. Sucede que las fechas coinciden. O quizás sea solo que me he vuelto más desordenada desde que su presencia llegó a perturbar mi equilibrio. Aquí faltan cosas, y yo no encuentro más explicación que desconfiar de aquel con el que vivo.

Se va él o me voy yo. Porque cómo vamos a estar así, nos es preciso un momento de paz, un poder andar tranquila por la casa de una, si tener que estar pendiente de que haya o no una mirada de burla a mis espaldas. Es que esos ojos ya no me dejan dormir.


7 de febrero de 2010

Ayer pasé por tu casa

Acá estoy parada dos pisos abajo de uno de los lugares en que más tiempo pasé en los últimos cuatro meses.

A veces tengo sensaciones que se parecen a profecías, porque mis primeras impresiones con la gente y los lugares deciden por mí dónde voy a volver a pisar o en los brazos de quién voy a dejarme caer. Cuando llego a un lugar y me siento cómoda, sé que voy a volver, sé que quiero volver. Por eso, cuando llegué aquí, supe que había una historia por escribir.

Dos pisos más arriba, hice pie y me anclé. Te conocí, me conocí y me reconocí. Nos conocí. Acepté probar de acompañarnos, me dejé llevar, me impacienté, te seguí, me enojé, te enojé, te seguí siguiendo, te escribí, te leí, cantamos, rezamos, lloramos, hablamos, reímos más. Te quise distinto, te amé. Y me amaste. Me fui dejando a mí por los rincones, me fui llevando imágenes de colección que no se van a borrar.

Y hoy te escribo en pasado, pero mis sentimientos están en presente.

A veces intento pensar qué hubiera pasado si nunca me hubiera atrevido a subir esos dos pisos, pero pasó tanto en tan poco, que no hay lugar para titubeos.

Hoy te vas y yo te veo partir y paso por la planta baja del lugar en el que tantas veces fui feliz y me acuerdo de vos y todavía tengo eso que estaba ahí la primera vez que fui. Sigo mi camino, no tiene caso detenerme ahora.

Queda el dulce optimismo, la incerteza de no saber.

 
 
Copyright © Retratos u Obsesión
Blogger Theme by BloggerThemes Design by Diovo.com. Premium Wordpress Themes | Premium Wordpress Themes | Free Icons | wordpress theme
Wordpress Themes. Blogger Templates by Blogger Templates and Blogger Templates