Hace 1 año
29 de enero de 2008
Crónica
Es que los caminos secundarios tienen hambre de carros y bicicletas, y desde atrás del vidrio palpé a lo lejos la figura de un deseo sinuoso que, como es ley, aún no se consuma.
Vi de cerca los árboles. Pero no, estaban tras las rejas y entonces no pude tocarlos. Vi de cerca la lluvia. Y sí, me empapé, porque resultó que el agua mojaba. Y viajé y volví.
Fallas técnicas, yapadas, enfermedades, zapadas, soledades, patadas. Volví.
Calles de mármol, miserias, gente de centros, histerias, noches de espuma y ginebra. Volví.
Ahora se trata de ver, palpar, llegar a las arboledas de acá (incluso a riesgo de enredarme en las cortinas o de que algún vidrio haga tope en mi camino).
Ir y volver e ir. Estar.
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me invento
8 de enero de 2008
Retrato porteño
Tomé el bastón, me puse el gorrito para el sol y algo extraño pasó con el protector solar, siento la piel un poco seca.
Así es como el año empieza para mí, a la conquista de territorios lejanos, en un desierto de cemento donde los cardones asoman en cada balcón citadino.
La ciudad es rara: homenaje a Duchamp, exposición de Miró, la obra de Bony y los enanos de jardín en el Museo de La Ciudad. La ciudad condensa y parece que el aire se lo llevaron los veraneantes a la playa. La ciudad subió los precios y la gente se queja de sus alquileres e impuestos. La ciudad asusta: hay muhos cartelitos que piden respeto y todavía más jaulas que impiden entrada y apoyan salidas.
Hay enanos en lo alto, gobiernan. Hay enanos en lo bajo pero deben estar durmiendo... o se fueron de vacaciones. La ciudad ya no está tan buena. El museo y su colección diminuta parecen un extracto bastante acertado, a mi juicio, de lo que vamos dejando que nos quede.
¿Que nadie despierte a los niños dormidos?
Así es como el año empieza para mí, a la conquista de territorios lejanos, en un desierto de cemento donde los cardones asoman en cada balcón citadino.
La ciudad es rara: homenaje a Duchamp, exposición de Miró, la obra de Bony y los enanos de jardín en el Museo de La Ciudad. La ciudad condensa y parece que el aire se lo llevaron los veraneantes a la playa. La ciudad subió los precios y la gente se queja de sus alquileres e impuestos. La ciudad asusta: hay muhos cartelitos que piden respeto y todavía más jaulas que impiden entrada y apoyan salidas.
Hay enanos en lo alto, gobiernan. Hay enanos en lo bajo pero deben estar durmiendo... o se fueron de vacaciones. La ciudad ya no está tan buena. El museo y su colección diminuta parecen un extracto bastante acertado, a mi juicio, de lo que vamos dejando que nos quede.
¿Que nadie despierte a los niños dormidos?
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